Hace dos años, el primero de julio de 2018, Andrés Manuel López Obrador era un hombre más que sonriente y satisfecho por su logro histórico: ganar, tras disputar por tercera ocasión, la presidencia de la república.
Fue una victoria aplastante, contundente, avasalladora: más de 30 millones de mexicanos votaron por su proyecto de nación.
Ante un atiborrado Zócalo, en el corazón de la Ciudad de México, AMLO festejó con el pueblo, con los capitalinos que creyeron con fe ciega en sus ideas, promesas y compromisos de enarbolar una transformación, la Cuarta, del nivel de la Independencia, la Reforma y la Revolución.
Eso sucedió apenas hace dos años. Veinticuatro meses después, México es otro, pero no el que pintaba el lopezobradorismo como proyecto: desde antes de la llegada de la pandemia, la economía ya se había estancado; la crisis sanitaria causada por el Covid-19 es de verdadero espanto; y la inseguridad provocada por los cárteles del narcotráfico escala día con día hasta atreverse a cometer un atentado en contra de un alto funcionario en plena capital del país.
Esta situación confirma algo que ya hemos visto con anterioridad desde la llegada de la democracia y la alternancia en el poder: una cosa es ser oposición y otra, muy distinta, gobernar una nación tan compleja y variopinta como la mexicana.
Hoy se cumplen dos años de la victoria histórica de Andrés Manuel López Obrador. Persistente para algunos, terco para otros, el tabasqueño consiguió el objetivo que se había trazado: la presidencia de la república… pero… eso ya es historia.
Si AMLO busca trascender a la altura de ‘los héroes nacionales’ (los utilizados como logo de la Cuarta Transformación), necesitará alcanzar objetivos que, en este momento, se encuentran muy lejanos, prácticamente imposibles de lograr: un crecimiento económico del 6 por ciento (la epidemia lo impedirá no sólo en México, sino en todo el planeta por lo menos en los dos próximos años), reducir, como sucedió en países asiáticos y europeos, los casos del virus proveniente de Wuhan; y resolver la problemática de la inseguridad y la violencia desatada por las bandas del narco con una notoria disminución de homicidios diarios.
El presidente tiene todavía más de cuatro años para emprender estrategias, modificar la ruta y avanzar en esos tres frentes (la economía, la salud y la seguridad pública). Su primera prueba de fuego será en la elección 2021. A la mitad de su mandato, esa será su primera prueba de fuego.
HÉCTOR GARZA: DE LA SEP A LA FRÍA SEGOB
Para quienes conocen la realidad política morenista, la salida de Héctor Garza de la Secretaría de Educación Pública y su llegada a la Unidad Administrativa (misma posición) de la Secretaría de Gobernación no fue sorpresiva, sino la confirmación de un comentario ventilado hace tiempo en la columna ‘El Templo Mayor’ del periódico Reforma.
Eso era contrastante con lo que pensaban ciertos políticos tamaulipecos, aquellos que se regodeaban con las épocas de plenitud del priismo, quienes creían, por simpatizar con su proyecto, que en verdad Héctor Garza podría ser titular de la SEP. Exhibieron las cartas demasiado pronto.
Finalmente, se impuso la influencia de Esteban Moctezuma Barragán, un personaje de alto nivel, serio y discreto, que se forjó en el sexenio zedillista pero que se sumó a la causa lopezobradorista en tiempo y forma.
Eso no quiere decir que Héctor Garza se encuentre fuera de la carrera por la candidatura del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a la gubernatura de Tamaulipas. Se mantiene en la lista, donde otros aspirantes aparecen con mayores posibilidades. Ahí estará hasta que se designe al candidato de la 4T que afrontará las urnas en 2022.
Sin embargo, la SEP cuenta con grupos magisteriales con las cuales hacer ruido, mientras que en la fría Segob no existen esas estructuras.
Ya veremos cómo se adapta a su ‘nueva normalidad’ el ex diputado local.
CONGRESO DEL ESTADO APRUEBA LA LEY VERDE
Acción Nacional, el Revolucionario Institucional y el Movimiento Ciudadano aprobaron ayer en el Congreso del Estado la aplicación de un cobro a las empresas que contaminen el medio ambiente con la emisión de gases.
Conocida como la Ley Verde, tiene en la mira a dos empresas del gobierno federal consideradas como contaminantes en tierras tamaulipecas: la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex).
Además de la carga tributaria, el dictamen legislativo busca la corrección de la conducta practicada por las empresas contaminantes.
Se sabe que tanto la CFE como Pemex ya preparan una respuesta jurídica a la Ley Verde tamaulipeca. De entrada, será a través de una impugnación.
El tema político y legal promete ponerse tan candente como el cambio climático que agobia al planeta.
Y PARA CERRAR…
El Cabildo de Tampico aprobó ayer en sesión ordinaria presidida por Chucho Nader la ampliación del presupuesto de obra pública y pavimentación de calles en este año. Un gran número de colonias serán beneficiadas. La inversión total supera los 110 millones de pesos.