Ante la caída de las inversiones mexicanas por el desdén hacia los empresarios no afines la expectativa en la visita presidencial a Washington giró hacia la Inversión Extranjera Directa (IED). Sin embargo, la principal exigencia de inversionistas extranjeros no tuvo respuesta: el respeto al Estado de derecho.
En la cena con inversionistas ocurrió un suceso que se ha difundido poco. Gretchen Walkins, presidente de Shell, y Jeffrey Martín, director de Sempra Energy, le dijeron al presidente López Obrador que deseaban invertir en México como parte del Tratado, pero que necesitaban confianza y certidumbre jurídica, algo de lo que ya había polemizado el embajador de los EE. UU. en México, Christopher Landau. El presidente mexicano dijo que él lo vería y le pidió al canciller Marcelo Ebrard y al asesor Alfonso Romo que atendieran el asunto.
Pero en la mesa también estaba Don Dignes, presidente de Cabot Oil & Gas, quien comentó en voz alta que el presidente mexicano dijera si había o no Estado de derecho, pero la respuesta fue un silencio tenso. Lo menos que quieren los inversionistas es que el presidente de México se involucre en persona en la garantía del Estado de derecho, porque distorsionan el papel de las instituciones y las leyes y canalizan las decisiones al presidencialismo centralista.
Pero el problema afecta no sólo a las empresas extranjeras que invierten en México, sino en las empresas mexicanas que no encuentran condiciones en México por el intervencionismo gubernamental y de funcionarios, la corrupción y el cambio sorpresivo de reglas y han preferido ir a invertir a otros países. Las cifras son contundentes de 2006 a 2019 la inversión mexicana que ha salido a invertir a otros países sumó 42,709 millones de dólares, alrededor de un billón de pesos en total, porque en México se carece del Estado de derecho para garantizar funcionamiento productivo. Sólo en 2019 salieron capitales mexicanos a invertir a otros países por 10,228 millones de dólares, algo así como 250,000 millones de pesos, el 0.4% del presupuesto de egresos de la federación de ese año o el 31% de la IED que ingresó en ese mismo año.
Para 2020 la IED caerá debido a la pandemia, a los problemas jurídicos de algunas empresas extranjeras, a la marcha atrás a apertura de sectores a la IED y con la falta de seguridad jurídica que señaló el embajador Landau y que conoció en directo el presidente López Obrador en su gira a Washington.
En un análisis de las cifras de IED en los
años del TCL, el investigador Arnulfo R. Gómez concluyó que en el 2019 México quedó en el bajo lugar 19 como destino preferido y el porcen-
taje de captación descendió 2.14%. La razón
es “consecuencia de la imposibilidad de lograr una integración comercial y productiva con sus socios, pues ninguno de los otros objetivos (del TCL) se alcanzó, ya que no hubo una estrategia que permitiera aprovechar las ventajas comparativas, lo que se tradujo en decreciente competitividad, por lo que México perdió atractivo para los inversionistas extranjeros”.
La crisis de la IED en México no sólo se percibe en las cifras y sectores de interés, sino en el hecho de que por falta de estrategias y políticas han salido del país más de 900 maquiladoras y se fueron a Asia.
En cifras consolidadas, la crisis de la IED en México se percibe con claridad en dos temas resaltados por Arnulfo R. Gómez:
–Como consecuencia de los retrocesos económicos de México durante la vigencia del TLCAN y particularmente a partir de 2001 en que entraron, además, en vigor los TCL con otros 54 países y los APPRIS con 33 países, México cayó de la posición 8 en la economía mundial a la 15, el valor agregado nacional en las exportaciones disminuyó de 59% a 37% y el PIB per cápita bajó del lugar 42 al 72.
–En las cifras, México tuvo mejor posición con la IED sin Tratado que con Tratado. De 1980 a 1993 la participación de México en la captación del IED fue de 2.37% y sin TCL ni APPRIS, en tanto que en los años del TCL 1994-2019 esa participación bajó a 2.12%.
Después de la Cumbre de Washington México debe decidir si necesita o no a la IED.
Política para dummies: La política es la facilitación de la economía para responder a las demandas sociales que el Estado por sí solo no puede satisfacer.