“El chiste es saber buscar, tener buen ojo para encontrar los materiales que necesitas, y colmillo para echarle cuentas”
JORGE ZAMORA
EXPRESO – LA RAZÓN
¡Se compran… colchones… tambores… refrigeradores… estufas… lavadoras… microondas… o algo de fierro viejo que vendaaaan! Es el anuncio perifoneado que casi todo mundo conoce y que alerta a los vecinos cuando hay que activarse para vender triques y chácharas que solo están ocupando espacio en casa.
La camioneta destartalada avanza poco a poco por una calle de tierra y enormes dunas con su eficaz mensaje.
Una ama de casa hace la seña necesaria para que la unidad se detenga frente a su casa. Dialogan diez segundos y ambos asienten con la cabeza: acto seguido el padre de familia y uno de sus hijos arrastran un colchón, una vieja estufa y lo que queda de un calentador de agua.
Con gran esfuerzo trepan los tiliches a la camioneta y reciben una cantidad desconocida de parte de Don Juan, el chatarrero.
Vivir de los desechos que muchos ciudadanos en algún momento tiran a la basura o simplemente regalan al dejar de ser funcional, para los llamados chatarreros es una forma de ganarse el pan de cada día
Aunque parece sencillo, esta actividad que requiere paciencia y esmero para poder juntar una buena cantidad de chatarra y ser vendida
En la capital cueruda los precios por el kilaje de producto entregado suelen variar según el local, así como la temporada.
Aunque apenas es mediodía, el viejo ya lleva dos viajes a la recicladora instalada a una orilla de la ciudad donde una báscula rodeada de chatarra apilada sobresale del lugar.
A pesar de que el establecimiento no es muy grande ni cuenta con un patio muy amplio, provee el sustento para unas 6 familias y para otras muchas mas que se dedican a recolectar metales como fierro, aluminio, cobre y bronce.
Entrar a una chatarrera es muy peculiar, pues aquí es donde se ilustra perfectamente el dicho que reza: “la basura de un hombre es el tesoro de otro” pues revender el metal que los recolectores traen es solo una parte del negocio.
Constantemente se acercan a las chatarreras personas con diversos tipos de oficio: desde herreros y albañiles hasta panaderos y mecánicos que literalmente ‘escalan’ montañas de láminas, rines de coches, lavadoras, rejas, gabinetes, motores, hieleras, carrocerías y cuanta cosa de metal.
Uno de esos visitantes es don Polo, que se dedica a hacer asadores usando viejos rines, tanques de gas y ‘boyitas’.
“Yo a todo le veo la utilidad, si veo un boiler luego luego me imagino un bote de basura bien pintadito y dos asadores, y hasta un disco para asar mojarras…o si veo una silla que esté mas o menos, le corto las patas y la uso para hacer una parrilla… todo se puede volver a aprovechar mientras no este muy oxidado” cuenta el anciano al Caminante mientras se ata las agujetas de su calzado para aventurarse a bajar de la montaña de chatarra una cama tubular en buen estado.
“Aquí nos venden bien barato el fierro… si usted va a una tienda esa de materiales comprobará que aquí cuesta un tercio de su valor, yo por ejemplo teché mi tallercito con puras láminas que encontré aquí, ¡y estaban rebuenas!” platica muy contento don Polo.
Otro que vino por lámina es Arturo. El se dedica a fabricar puestos y carretones de tacos, revistas, etc. Relata que se quedó sin trabajo hace algunos años y ante la necesidad decidió auto emplearse y poco a poco logró salir de deudas y construir un patrimonio.
“El chiste es saber buscar, tener buen ojo para encontrar los materiales que necesitas, y colmillo para echarle cuentas… si te pones listo, puedes hacer un puesto de tianguis o un carretón de tacos con muy poco dinero” dice Arturo mientras ‘jalonea’ un par de láminas de entre el montón de chácharas.
“Hay que hacer espacio ahí para que entre al camión, y necesitamos trozar esos refrigeradores que llegaron ayer” ordena la administradora del lugar que, con sus mas de veinte años de experiencia se las sabe de todas todas.
“Gracias a Dios que podemos trabajar joven, yo no tengo ningún empacho en andar moviendo fierros… mientras Dios nos de salúd, hay que andar activos” dice la mujer y al mismo tiempo mueve un tambor de lavadora.
El camión tiene que estar lleno al final del día y los empleados de esta chatarrera se apuran a cumplir esa tarea “hasta que quede bien copeteado” dice uno de ellos. El Caminante se despide no sin antes comprar un par de chácharas que le servirán tarde o temprano. Demasiada pata de perro por esta semana.