Con dinero del Instituto Nacional Electoral y bajo el criterio supuesto de que se estaría alentando la cultura cívica y democrática en modo de exclusión, el consejero presidente Lorenzo Córdova Vianello ha emprendido ataques contra el populismo y sobre todo con referentes al caracterizado como populismo lopezobradorista.
En este sentido, el INE patrocinó la edición del libro Yo, el pueblo. Cómo el populismo transforma la democracia de Nadia Urbinati y ya circula bajo el sello Grano de Sal, una empresa editorial propiedad de Tomás Granados Salinas, hijo de Miguel Angel Granados Chapa, columnista fallecido, exconsejero electoral y excandidato del PRD a la gubernatura de Hidalgo. El editor fue obligado a renunciar al Fondo de Cultura Económica en 2016 por “usurpación de funciones”.
El libro antipopulista patrocinado por el INE de Córdova forma parte de una campaña del funcionario electoral en contra del populismo. Y si bien en lo personal puede tener las ideas políticas que desee, como encargado del organismo que debe garantizar imparcialidad política en procesos electorales ha decidido tomar partido a favor de las corrientes que se oponen al populismo: es decir, está alentando el voto contra Morena.
En diciembre de 2020 Córdova participó con una conferencia en el VIII congreso internacional de ciencia política y sus conceptos, vertidos desde su cargo de consejero presidente del INE, lanzó una severa crítica al populismo para descalificarlo. El problema, sin embargo, radicó en el hecho de que como consejero presidente del INE no debería meterse a debates que involucren a partidos políticos e ideologías en curso porque estaría llevando al INE a conductas parciales de exclusión ideológica.
El INE parte de una aberración potenciada: por mandato constitucional, el organismo tiene la tarea prioritaria de organizar elecciones y, en lo general, de contribuir a la cultura cívica. En la segunda nebulosa función, el INE se ha erigido en el Ministerio de la Virtud Democrática calificando, desprestigiando y excluyendo a toda corriente ideológica y partido que no comulgue con su enfoque ideológico propio. Con ello, no obstante, no garantiza la parcialidad electoral y se convierte en una oficina de exclusión ideológica por condena.
Si la función constitucional del INE fuera la de promover la democracia, entonces debería tener condición de poder autónomo como ocurre en la Venezuela de Chávez y Maduro. Las declaraciones de Córdova y la aparición del libro se han colocado a lomo de las elecciones de diputados federales, quince gobernadores y autoridades municipales y congresos locales en junio próximo, pero en el escenario en el que el presidente de la república y su partido Morena han sido catalogados como populistas. Pero una cosa es que entre partidos o fuerzas políticas se condenen entre sí con epítetos de campaña y otra que la autoridad electoral que debe garantizar imparcialidad haya caído ya en posiciones parciales al excluir del paraíso electoral a los presuntos populistas.
Como financista del libro Yo, el pueblo, Córdova se tomó la atribución autoritaria de escribir unas páginas de presentación y lo hace como consejero presidente del INE (así lo consigna al final del texto). Ahí el funcionario potencia las opiniones de la autora y llega a conclusiones que separan el populismo de las democracias, cuando toda democracia tiene la obligación de convivir con todas las ideas. El texto, es obvio, lleva de modo natural a una lectura en el contexto mexicano y cualquier lector medio identifica que el destinatario de las críticas de Córdova no es el populismo como práctica política, sino el modelo político acreditado al presidente López Obrador.
Córdova tiene el derecho a tener opiniones, pero al firmar el texto y usar dinero público del INE para financiar un libro debería de tener el consenso y el apoyo de todas las fuerzas políticas. Difícilmente un libro de crítica a una práctica política puede ser considerado una práctica democrática. En su ponencia de diciembre, Córdova descalificó al populismo, a pesar de que esta corriente política cumple con los requisitos de participación democrática. En todo caso, el sistema democrático tiene de instituciones y facultades legales y políticas para impedir los vicios del autoritarismo.
Con sus declaraciones y libros, Córdova se ha asumido como un adversario tramposo del populismo morenista porque lo hace con recursos públicos y violentando las reglas de la democracia.
POR CARLOS RAMÍREZ