Ayer se cumplieron 198 años del Tampico moderno.
Para algunos, la del 12 de abril de 1823 es una repoblación, es decir, la llegada de familias radicadas en Altamira para poblar una nueva localidad que surgió con fines meramente comerciales.
Para otros, fue la fundación de un asentamiento nuevo, que poco tenía qué ver con las anteriores ubicaciones, salvo el nombre y el ímpetu bravo de sus primeros habitantes.
Los cronistas e historiadores han hablado de la existencia de hasta 5 Tampicos, situados en diferentes sitios geográficos y momentos históricos.
El asunto ha sido tan analizado durante años, llegando a ser una discusión bizantina hasta por las diferentes interpretaciones etimológicas del nombre.
El asunto, más allá de las diferentes opiniones, no es si Tampico cumplió un aniversario de fundación o repoblación, sino que llegó a esta fecha en un contexto singular, por los cambios de paradigmas que enfrenta.
Durante estos 198 años, la ciudad se ha sobrepuesto a todo tipo de tragedias: inundaciones, huracanes, incendios, pandemias, invasiones armadas de ejércitos extranjeros, de piratas y hasta a la borrachera de la bonanza petrolera, con todos los excesos que eso representó.
Hoy, Tampico está inmerso en un proceso de transformación, con inversiones importantes en infraestructura urbana, el mejoramiento de su imagen, la construcción de espacios comerciales y habitacionales que están cambiando su fisonomía, así como proyectos que buscan aprovechar el potencial turístico de la ciudad.
Hace unos pocos años, surgió la idea de recuperar la grandeza que durante décadas tuvo Tampico en su papel como capital económica, social y financiera de la Huasteca, esa vasta región del país que va del Golfo de México a la Sierra Madre y más allá.
Casi 2 siglos de historia, una cultura empresarial singular que ha influido en el desarrollo del noreste del país y una visión clara en la que confluyen los propósitos de autoridades estatales y municipales, generan hoy en día condiciones adecuadas para considerar a Tampico, otra vez, como la capital regional y una de las ciudades más importantes del país por la diversificación de actividades productivas.
Tampico es una tierra de oportunidades, generosa, resiliente, productiva, con gente innovadora, alegre a su manera, con olor a mar y el sabor de una mezcla gastronómica rica, variada.
Una ciudad que de unos años a la fecha ha volteado a ver a sus raíces mestizas, a la riqueza cultural de los habitantes originarios de la región.
Tampico muestra con orgullo lo mejor del mestizaje que le dio origen, con el valor cultural de los huastecos, el espíritu trabajador de los españoles, la llegada y fusión de representantes de otras nacionalidades que dieron forma a la identidad porteña actual.
A días de que inicien las campañas para renovar la Presidencia Municipal, vale la pena hacer una pausa y reflexionar sobre lo que Tampico necesita.
Es momento de pensar en el camino que quiere seguirse, en lo logrado y en lo que puede mejorarse.
Es ocasión ideal para reconocer los avances y con sentido propositivo, plantear una alianza ciudadana y de los sectores productivos con las autoridades -las de ahora, las que vienen-, para seguir impulsando acciones enfocadas en el desarrollo de la ciudad, en el bienestar de las familias.
Si algo ha caracterizado a Tampico en estos 198 años de historia, es la capacidad de salir adelante y la claridad de su gente para reconocer cuando las cosas se hacen bien, para darles continuidad.
La confrontación, la destrucción de lo logrado, la polarización de las familias no es algo que sea del agrado de los tampiqueños, sean de nacimiento, por adopción o convicción.
Lo que Tampico necesita es la unidad de sus habitantes, la tolerancia, prudencia y el trabajo diario para conseguir mantener a esta ciudad en la misma ruta del desarrollo, orgullosa de su historia y de su imagen como localidad en la que las cosas se están haciendo bien y hay que asegurarse de que así sigan.
Es también un momento oportuno para agradecer a Tampico por su generosidad, por las oportunidades y por sus tardes de brisa, su historia y por el futuro que ofrece a quienes aquí llegan en su búsqueda.
POR TOMÁS BRIONES