PUEBLO VIEJO, VER.- Residentes de diversas comunidades rurales de este municipio prácticamente «se la juegan» a diario al cruzar con vehículos de carga, por el viejo puente de las jaibas.
Lo anterior porque este se encuentra excesivamente deteriorado y amenaza con colapsar en cualquier momento sobre aguas que forman un brazo de la laguna de Pueblo Viejo.
Al respecto Luis Martínez, residente de la comunidad de «Pedernales», uno de varios poblados que depende del viejo puente destacó que si tienen más de 10 años que se realizó la construcción del nuevo puente de concreto.
Dijo que lamentablemente por fallas en ingeniería este quedó muy levantado de su parte media al grado de que complica el paso de unidades de doble caja o remolques con ganado, que prácticamente se quedan atoradas en el pequeño viaducto.
Tristemente en el proceso de la construcción y cimentación no se consideró que la zona es de terrenos semipantanosos y en el proceso se registraron hundimientos que derivaron de forma ya obligada o como última alternativa, dejar una elevación muy alta justo en la parte media del puente, lo cual complica el paso a unidades de mayor tamaño ya que los vehículos compactos lo hacen sin mayor problema.
Por lo anterior en muchos casos por la actividad agrícola y ganadera de la zona muchos camiones se arriesgan de forma temeraria a cruzar por el viejo puente del tubulares, los cuales están totalmente oxidados y representan un riesgo latente de poder colapsar.
«La verdad yo no me atrevo a cruzar por ese viejo puente con la camioneta, muchos lo hacen en sus camiones, pero la verdad es muy peligroso y en cualquier momento podría ocurrir una tragedia».
Por lo cual hizo un llamado a las autoridades municipales y en su caso a los nuevos diputados que recientemente han tomado su cargo para que se realicen trabajos en ambos puentes en el caso del nuevo que se hagan las modificaciones ingeniería necesarios para que el tránsito sea seguro.
En tanto que en esto se resuelve se refuerce de forma temporal el pequeño puente de tubular para que nadie se exponga posteriormente a seguir cruzándolo .
POR Victor Montiel/ La Razón