TAMAULIPAS.- Hay quien piensa que antes estábamos mejor en cuestión de seguridad, hay quien reprueba la gestión de CALDERÓN por haber iniciado una guerra contra la delincuencia organizada, y hay otros que defienden lo que ha pasado en México, que los últimos lustros y con ojos esperanzadores, esperan que pronto se viva con tranquilidad en nuestro país.
Más allá de estas posturas, hay que ver cuál es la realidad hoy en México y que tan bien o mal estamos en cuestión de seguridad, buscando información sobre el tema me encontré con el Índice Global de Delincuencia Organizada, revelado hace un par de semanas y me sorprendió que nuestro país está en la cuarta posición.
Apenas hace unos días hablábamos del índice de corrupción que tiene a México como el quinto país más corrupto del mundo y hoy también destacamos a nivel internacional por delincuencia organizada, pero no es novedad, ya lo sospechábamos.
Esta investigación se realiza en los países que son miembros de la Organización de las Naciones Unidas y tiene como objetivo el medir qué tanto afecta a la población la delincuencia organizada y el grado de resiliencia que han desarrollado sus pobladores.
Según el informe el primer lugar entre los países con mayor criminalidad lo tiene República Democrática del Congo, le siguen Colombia y Myanmar; México ocupa la cuarta posición.
El resto de los países de centro y Sudamérica no están tan lejos pues las operaciones de Colombia y México ya los han alcanzado y los han hecho parte del entramado para operar, llevar y traer sus mercancías.
Los grupos criminales de Colombia destacan por ser productores y traficantes de drogas, principalmente la cocaína, mientras que México se cuela en la posición número cuatro por haberse convertido en la principal zona de tráfico de drogas del sur hacia el norte, y de armas del norte hacia el sur.
Estas mediciones, que se pretende sean publicadas cada dos años, podrían ser una excelente herramienta para la creación de políticas públicas que vayan encaminadas a fortalecer la resiliencia de la población, o sea su capacidad de recuperación y adaptación, y por otra parte, atacar directamente las actividades del crimen organizado.
Estoy convencido de que el principal problema en la creación de políticas públicas en cualquier municipio, estado o en la República, es que se hacen en base a creencias personales, ideologías o intereses económicos y la mayoría de las veces sin hacer mediciones de todas las variables que pudieran impactar en la aplicación de este nuevo eje de acción.
Hoy México presenta datos alarmantes de homicidios, secuestros, extorsión y desapariciones, incluso mayores a las que se registraban durante la administración de FELIPE CALDERÓN HINOJOSA y ENRIQUE PEÑA NIETO.
Hace unos días apenas se desató una balacera en un bar de Tulum, donde mataron a turistas extranjeros entre ellos una “influencer” hindú, y lo importante no es a quienes afectó, finalmente todos resultamos dañados, el problema es dónde ocurrieron estos hechos.
Los gobiernos en México priorizaban algunas zonas del país para protegerlas más que otras, además de que las propias organizaciones delictivas tenían bien “amarradas” las plazas para que no hubiera problemas tan públicos como balaceras, bloqueos o secuestros, y así operar sin mayor problema y sin tener a las autoridades encima, normalmente esos puntos eran los destinos turísticos más importantes del país, o las ciudades económicamente más relevantes, pero al parecer esta administración federal, ni eso ha cuidado.
Con sus “otros datos” el Presidente de la República ha intentado minimizar el problema que enfrenta Mexico y en contraparte este es uno de los objetivos del índice, el evidenciar la magnitud de las crisis de seguridad, pero hasta que las autoridades lo reconozcan, no se podrá hacer mayor cosa que mantener algunas zonas en control.
En términos generales, en la medición que se realiza sobre México, se evidencia que las autoridades, principalmente las de Seguridad Pública de los estados son los actores más cercanos a los grupos criminales y les permiten realizar las actividades ilícitas y también impactan negativamente en la población, al inhibir la resiliencia frente la delincuencia organizada.
Ese punto me parece sumamente relevante, pues aunque los estados no cuentan con suficientes recursos por enfrentar a la delincuencia organizada, además de que estos son delitos del fuero federal que le corresponden al Ejército o la Guardia Nacional combatir, sí debemos reconocer que en Tamaulipas vivimos mejor que hace cinco años, independientemente de ideologías o colores, eso es hoy una realidad.
Si miramos hace unos cinco años atrás podemos notar que hoy se circula con mucha mayor tranquilidad por las carreteras del Estado, ahora se puede hacer a cualquier hora, ya no se necesita una patrulla frente a nosotros para poder ir en convoy hasta nuestro destino.
Hoy también es diferente el número de balaceras en la ciudades, o la incidencia de bloqueos con vehículos en llamas y una serie de situaciones que nos afectaban día a día y cada vez más cerca de nuestro círculo cercano, pero al final dañaban a todos los tamaulipecos.
COINCIDENCIAS / OMAR REYES
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— Expreso (@ExpresoPress) January 5, 2021