Mientras el gobierno mexicano asegura que tiene controlada la pandemia y que presumiblemente al final de mes termina la jornada nacional de vacunación contra Covid 19, la OMS intensifica su llamado a la emergencia sanitaria y en su reporte semanal Tedros Adhanom reitera que “la pandemia está lejos de acabar”.
Estados Unidos ha comenzado a vacunar a la población infantil y aquí el médico Alcocer responsable del sistema nacional de salud pública nos infunde más confusión al declarar que él no vacunará a sus nietos, pues no ésta comprobado científicamente que lo requieran.
Del exterior nos avisan que los vacunados con Cansino, es decir a toda la población inmersa en el sector educativo, no son bienvenidos, pues han sido inoculados con un suero no válido para la OMS.
Y así reina el caos y la confusión como al principio, es un deja vú de cuando brotó el virus.
En este entorno Tamaulipas apuesta por más reactivación económica, política y escolar, aquí se ha pedido a maestros y directivos que regresen con inmediatez a checar sus aulas, a evaluar la infraestructura para avisar de las necesidades, como si no se supiera ya que las escuelas carecen del vital líquido y que no cuentan con espacios ventilados, elementos necesarios para el regreso seguro a la educación presencial.
Tanto maestros como padres de familia se muestran temerosos ante un panorama que se puede complicar, mientras los galenos ya advierten que en otoño se incrementan los males respiratorios en los infantes y estarán en doble o triple riesgo.
¿Qué caso tiene la actividad escolar presencial unos cuantos días? Apenas regresen el 15 de noviembre, habrá puente y a las dos o tres semanas posteriores estarán cerrado el ciclo para las vacaciones navideñas.
Sí, como indican los reportes locales, los contagios y muertes van a la baja, ¿Para qué ocasionar juntas innecesarias en las postrimerías de este año?
Al inicio de la pandemia, la UNESCO advirtió que el cierre de escuelas era devastador para el aprendizaje, la salud y el bienestar de los estudiantes, alertó de la reducción de la actividad física y el aumento de la ansiedad en infantes y jóvenes, así como incremento de la violencia doméstica, también se avizoró el aumento de la deserción escolar por el trabajo y el matrimonio infantil y el embarazo adolescente, además, confinar a los niños en casa obligo a las madres a dejar sus trabajos. Las escuelas nunca debieron cerrar, se tenían pruebas que los contagios no se daban en esos entornos, sin embargo, se cerraron.
Ahora, hacer seguros los entornos escolares tomará más tiempo y costará más, dado que la infraestructura empeoró, muchos maestros han caído enfermos o han sufrido pérdidas y los padres de familia están más temerosos que antes.
En tanto tiempo, no se estructuró un método para el regreso a la escuela y serán los educandos quienes deberán lidiar con más problemas. A palos de ciego, no se podrá vencer a la pandemia.
POR GUADALUPE ESCOBEDO CONDE