TAMAULIPAS.- Voy con todo lo que llevo a buscarla. No llevo casi nada. Le prometi una estrella en el parque y el parque ahí sigue, iré antes de que oscurezca a ver la estrella, a esperar un milagro.
A ella la he estado soñando desde que la vi por primera vez y también después que la seguí viendo. Desde entonces es imposible que ella ignore que la amo, que han crecido mis sentimientos en todo este tiempo, no sabría decir cuánto, pero sé que es mucho porque todo el día la pienso.
Debo estar loco y esto de segurito no es normal, como si eso alguna vez me hubiese importado. Vengo de mi locura, ¿qué podrían contarme que yo no sepa? Un buen diagnóstico me hubiera dado para adentro de un psiquiátrico, pero no fue así.
De modo que me dejaron suelto. Se aprende un chingo. Les decía que voy a buscarla y esta vez voy en serio, no como otras veces que me quedé en la tienda de la esquina. O como cuando he dado dos vuletas a la manzana y no me atrevo a tocar su puerta ya desgastada de tanto verla.
He ido pedo a llevarle serenata pero nos equivocamos de casa y un amigo fue el que tumbó una barda, siento que nos anduvieron buscando por eso. Hace mucho que no hago por buscarla, tanto fracaso, pero por lo mismo voy decidido a todo.
Esta vez me puse mis mejores galas, una camisa que acabo de secar con la plancha y los zapatos que hace una hora pisaron un charco pero hice milagros y parecen nuevos. Esa es mi opinión al menos.
El pantalón es casi nuevo, lo tenía guardado para una ocasión como esta, es tan bonita. Si usted la conociera le corroeria la envidia y trataría de desacreditarme de inmediato. Diría que no es cierto, que la foto que traigo de ella es de una artista de almanaque.
Cosas por el estilo. Diría que voy a un mandado o que voy a buscar jale y que no tardo en regresar derrotado. Y hasta pudiera ser cierto, pero les prometo que esta vez no será así. Voy a buscarla. A pesar de que nadie me ha visto sonreír con ella o caminar de la mano por la plaza, qué poca imaginación la de ellos.
Mejor sería que pensaran al contrario, y para eso voy decidido. Como si llevara un arma poderosa, como envenenado en su último minuto, voy derecho y no me fijo si el fondo es un precipicio.
Voy en un hilo es verdad, en la cuerda floja, de repente no sabría decir- si alguien me lo preguntara- si voy o vengo, para mi que sí voy y no me estoy rajando. Público esto como una manera de obtener cierto crédito a fondo perdido. Muchas veces le dije acuérdate de mí y de mis canciones.
Otras veces la espanté con mis canciones. Con las mismas rolas me amó y luego me aborreció sin aprenderlas de memoria. Más allá del orgullo está la palabra. Dije que la iría a buscar y aquí estoy con mi hacha para cumplirla. Intenté venir muchas veces y bajo las condiciones más extrañas y cabronas no fue posible.
Lo intenté en bicicleta, la busqué a pata, y la confundí en la calle con otra que no se parecía a ella. Algunos vecinos cambian de domicilio si uno espía al mundo. Pero uno se pierde en la espesa niebla de la vida y regresa. No puedo preguntar por ella donde nadie me recuerda, donde no se sabe dónde queda el agua. Ha pasado el tiempo sin embargo.
No diré aquí cuanto, hay cierto pudor en algunos años que prefiero guardarlos para que salgan despacio. Estoy aquí metido en mí todavía, pero ya abro la puerta con la parsimonia de mis 80 años. Nunca supe cómo se llama.
Abro la puerta de su casa y ahi está ella, como todos los días, ausente todavía, lejos de las mangas de mi camisa de fuerza. HASTA PRONTO.
CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA
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— Expreso (@ExpresoPress) January 5, 2021




