Hablar de quienes arriesgaron su carrera para permitir que la igualdad se instalara en la cultura, en el cerebro social, es ejercicio que honra su trabajo e ilumina cómo hacer para quebrantar pactos.
Inolvidable y refrescante, Griselda Álvarez. Con sonrisas, señaló lo ridículo del machismo sentado en poderoso trono. Uno, 18 veces le dijo que NO sería gobernadora y sí, ella fue la primera gobernadora en México. “Hacía sentir a los hombres de mi partido y del gabinete que era portadora de sus ideas, (que) yo sólo ocupaba el cargo”. ¡Genial simulación!
Como “profesional de la política”, Silvia Hernández: “Si quieres ganar, tienes que ganar con las reglas, no puedes ganar con tus reglas. Este es un mundo masculino: hay que correr cien metros en nueve segundos. ¿Tú quieres ser mujer
y correrlos en 18 y que te den el lugar? Pues no, tienes que correr cien metros en nueve segundos. Y si el récord se baja un segundo más, tú tienes que bajar un segundo más. Las expresiones de este mundo son masculinas y las demandas hacia las mujeres son masculinas.
Tienes que acatarlas. Desde luego, nunca llorar, no reírte demasiado, las mujeres siempre se están sonriendo, no interrumpir repentinamente al jefe. Vas acostumbrándote, son las reglas y entonces las usas”. (Sabina Berman y Denise Maerker, Mujeres y poder, editorial Raya en el Agua, México, 2000).
De acuerdo, pero, ¡correr con tacones de aguja de 9 cm no es lo mismo que hacerlo con tenis última generación! O sea, seguir con doble jornada, menor sueldo, acoso y otras violencias por ser mujer, mientras al otro ¡puros privilegios! “Las mujeres siempre sonriendo”, recuerda la ley del agrado, primera que debemos acatar desde niñitas. Y sí, nos deja como bobas. Extraordinaria fortaleza la de Silvia.
Dulce María Sauri, por condiciones de género, asumió el cargo de gobernadora, sustituyendo a un hombre, enfrentándose a su época y a su sociedad, pero, al instante, encontró el tono de su voz y
no volvió a apartarse de él. María de los Ángeles Moreno: “Fuimos catalizadoras del proceso para impulsar a las mujeres en la carrera política. Pensamos cómo lograr que hubiera más mujeres en los lugares
de toma de decisión o en los cargos de elección popular”. Y encontraron espacios legales, argumentos y aliados para hacerlo.
Gabriela Delgado afirma: “Estas mujeres han sido ambiciosas, asertivas, con estilos que demuestran firmeza y disposición a la (amable) confrontación; pareciera que el amor propio, definido como hallarse satisfechas consigo mismas, fue el guardián de la conservación en
los puestos de poder. No manifestaron que estaban en búsqueda del poder per se, dieron más valor a lo público y sus propósitos de impacto social fueron prioritarios anteponiéndolos a sus deseos privados”.
El panorama al que se enfrentaron era poco estable. Fueron más atentas a las problemáticas sociales y a las condiciones de las mujeres, abriendo espacios de participación. Por eso, para mujeres como ellas: políticas, fuertes, inteligentes, creativas, audaces y valientes, la política, más que un anhelo, es una forma cotidiana de vivir y una nueva forma de ser mujer.
Carlos Monsiváis: “No es profecía señalar que en los años próximos se ampliará la presencia política de las mujeres, no es tampoco ansiedad visionaria afirmar que sólo una mujer en la Presidencia de la República hará innecesaria la publicación de libros como Mujeres y poder. ¿A quién, sino a un psicoanalista o un encuestólogo, se le ocurriría hoy llevar a la imprenta un libro intitulado Hombres y poder?”.
Gracias, Susana Harp, por denunciar una nueva trampa de partidos políticos. Con ello, se iniciarán cambios profundos.
POR CLARA SCHERER