Lamentablemente, la polarización en el mundo es un cáncer que permea en todas las materias, y el tema de la vacunación en contra del COVID-19, no es la excepción. Existe en la actualidad, una nueva discriminación (si se le puede llamar así), entre las personas vacunadas y las no vacunadas; se percibe que, poco a poco, se empieza a segmentar a estos dos grupos, y la pregunta es, ¿qué derecho fundamental está por encima de otro, la salud o la libertad de las personas a decidir no vacunarse?, ¿se debe tratar distinto a las personas que deciden no gozar de ese beneficio? Diversos países y estados, están tomando decisiones entorno a lo antes expuesto decisiones que, dependiendo el ojo con que se analizan, pueden ser justa o injustas;
al respecto, comentaremos algunas de ellas. A nivel de países, en Francia, el Presidente Macron impulsó una ley la cual valida el certificado de covid, mismo que se requiere para ingresar a lugares públicos como cines, bares, metros, entre otros, y obliga a vacunarse al personal sanitario; ésta medida fue ratificada por el Consejo Constitucional de dicho país, pues los jueces constitucionales coincidieron que existía una conciliación equilibrada entre las libertades públicas y la protección a la salud. De igual manera, en Ecuador y Colombia, se determinó la obligación de estar vacunado para asistir a eventos masivos y lugares recreativos, estas decisiones las tomaron en diciembre y noviembre del año pasado, respectivamente. Por otra parte, Italia determinó la vacunación obligatoria para mayores de 50 años a partir del 15 de febrero y hasta el 15 de junio.
Respecto regiones o entidades federativas, el estado de Nueva York (el vecino país del norte), a finales del año pasado, tomó la decisión de las personas que quisieran acceder a lugares cerrados, deberían presentar su pasaporte COVID-19; en nuestro país, en el estado de Jalisco, el Gobierno estatal, estableció un decreto en el mismo sentido, pues los ciudadanos también deberán presentar su certificado de vacunación para ingresar a establecimientos públicos.
El reciente caso del tenista serbio Djokovic, acaparó todos los medios internacionales, pues el deportista fue deportado en Australia, al dar positivo a finales de diciembre e ingresar al país sin encontrarse vacunado, para acudir a un torneo. Ante la intención de deportación, el serbio presentó acción legal ante un Juez; sin embargo, en la instancia consiguiente, un Tribunal del Alzada rechazó y finalmente fue sacado del país, ya que dicho país isleño, cuenta con estrictas medidas relacionadas con el COVID-19.
Tribunales en México se han pronunciado respecto a este tema también, en el amparo en revisión 82/2021, resuelto por el Segundo Tribunal Colegiado en materia del Trabajo
del Sexto Circuito (Puebla), tres Magistrados resolvieron que unos empleados de PEMEX, que eran vulnerables, no querían vacunarse y querían continuar trabajando en casa, tenían quince días hábiles para vacunarse, pero que si su deseo era no hacerlo, tendrían que volver a laborar bajo su propia responsabilidad, teniendo la autoridad patronal la obligación de otorgarles el equipo de protección y las medidas sanitarias por la contingencia.
Definitivamente nos encontramos ante el choque de dos derechos fundamentales importantísimos: la salud y la libertad. Cuando se enfrentan dos derechos humanos, las autoridades, tanto administrativas como jurisdiccionales, tienen la obligación de ponderar cual está por encima del otro y tomas decisiones que abarquen ambos, en mayor o menor medida. Las personas tienen la libertad de decidir sobre si quieren vacunarse o no, y nunca ser discriminadas por ésta decisión; sin embargo, los Estados, como órganos superiores de representación popular, tiene la obligación y facultad de decretar las medidas óptimas en favor mayoría, aún y cuando éstas se traduzcan en limitar la libertad de algún segmento de la sociedad, siempre teniendo como base para éstas determinación, datos científicos y médicos que funden y motiven los acuerdos generales.
RECOMENDACIÓN SEMANAL: La película Dont look up (No mires arriba) de Netflix, cuenta con excelentes actuaciones y humor negro; una película ingeniosa que seguramente valdrá la nominación al Oscar de algunos de sus personajes.
POR ARNOLDO HUERTA RINCÓN