TAMAULIPAS.- Vaya reto tienen enfrente Américo Villarreal Anaya y su equipo: el tejido fino de las relaciones políticas que permitan hacer realidad el deseo de la unidad morenista. El sectarismo, por más que lo quieran negar, está en el ADN del partido que heredó del PRD y de la izquierda partidista en general la propensión a la lucha de tribus.
Por eso, en el fondo para nadie es sorpresa, y el mismo precandidato debería haberlo sabido desde hace mucho, que sería muy difícil reunir en torno a su figura a todos los aspirantes que compitieron en el proceso interno. Pero el intento debe hacerse, sobre todo durante el periodo de precampaña por esa ruta debe avanzar Américo.
Ayer por lo pronto, hubo dos noticias para el proyecto de Morena, una buena y una mala. Primero la buena: el deslinde de Rodolfo González Valderrama de la cantaleta de Alejandro Rojas Díaz Durán, quien insiste en sus cuestionamientos al proceso de selección, y en el papel ya se convirtió en un activo político de la coalición “Va por Tamaulipas”.
Era urgente el pronunciamiento del delegado de los programas federales en Tamaulipas, que pertenece al mismo grupo político del senador suplente de Ricardo Monreal. Y el tampiqueño tuvo la claridad que exigían las circunstancias: pidió a Rojas que respete de una vez por todas los resultados, y luego reiteró su apoyo a Américo Villarreal Anaya.
(Claro, otra cosa será ver en los hechos el apoyo político de Rodolfo a la campaña de Américo) La mala noticia llegó desde el sur. La acusación de Adrián Oseguera a Armando Zertuche de haber presionado a una diputada para que acudiera a la sesión a pesar de estar contagiada de Covid-19, es mucho más que un cortocircuito entre un alcalde y el presidente del Congreso.
Este nuevo episodio de la novela morenista revela una vez más la profunda división que existe entre los principales liderazgos del partido en Tamaulipas. La bancada de la cuarta transformación está muy lejos de la solidez que se requeriría en momentos como éste, al interior de ese grupo parlamentario priva la desconfianza y la discordia.
Ahí, por ejemplo, todavía mete mano Maki Ortiz, que tiene su minibancada. También vuelve a evidenciarse que Adrián Oseguera se percibe a sí mismo cada vez más distante del morenismo tamaulipeco, si es que tal cosa existe. Por eso es tan complejo el reto para Américo y su campaña: llegar a buen puerto en medio de esas aguas agitadas no es sencillo para nadie.
NUEVO ROUND EN EL CONGRESO
Más allá del pleito que protagonizaron los diputados de Morena y el PAN ayer en el salón de sesiones, la 65 Legislatura empieza a caracterizarse por un rasgo que ya se había pronosticado: la parálisis. Ayer por ejemplo, cada una de las bancadas se quedó con su particular interpretación de los vetos del gobernador.
Los morenistas los desconocieron, con lo cual habrían eliminado sus observaciones al Presupuesto y la obligación de volver a emplacar los vehículos Y los panistas aseguran que se violó el proceso que obliga la ley, por lo cual prevalecen los documentos enviados por el Ejecutivo. El tema, parece, terminará en la cancha de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
CATALEJOS / MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES