TAMAULIPAS.- Calma, que no cunda el pánico. Ayer nuevamente se desbocaron los ánimos en el Congreso del Estado, aunque por suerte todo terminó en gritos y uno que otro gesto colérico, pero no llegaron a las manos.
Vale la pena recetar a los señores legisladores una buena dosis de pasiflora, o de diazepam en algunos casos extremos, que siempre los tengan a la mano para controlar los ánimos desquiciados y el delirio de persecución que se empieza a generalizar entre ellos.
Por lo pronto el diputado Armando Zertuche vivió ayer otro día amargo y recibió hasta el amago de una denuncia por violencia de género. Tal vez ya en su interior, el reynosense esté arrepentido de haber obtenido el liderazgo que buscó con tanta terquedad y empeño.
La cámara de diputados era un edén, debe pensar. Lo que vimos ayer de los diputados de ambas facciones fue un espectáculo bochornoso, digno de un pleito de lavadero, donde los actores principales casi llegan a los cotorrazos. Una vez recuperada la mesura y que revisen los videos, seguramente que enrojecerán de vergüenza y rezarán un acto de contrición.
En fin, no es para celebrar, resulta penoso lo que pasa en el Congreso. Aunque es poco probable, ojalá que los pleitos entre los diputados y sus patrocinadores lleguen a su fin, que hagan un acuerdo civilizado con una cláusula de urbanidad y respeto, para que los agarrones sean solamente cuando se discutan cosas serias que atiendan al interés social. El problema mayor lo tienen en la fracción de Morena, entre ellos mismos.
No se trata siquiera de que hablen y discutan con los panistas o priistas sobre los temas de la agenda legislativa, su bronca es qué hasta en los rounds de sombra suelen aporrearse o perder los estribos .. Por lo pronto, ayer otra bronca más para Zertuche, con el airado reclamo que directo y sin rodeos le hizo el alcalde Adrian Oseguera porque obligó a estar presente en el Congreso a una diputada que había dado positivo en COVID y que terminó hospitalizada, más el gran riesgo de que haya contagiado a sus colegas. A Oseguera se le vio molesto en la entrevista con los reporteros de la Fuente, y en un tono ríspido reveló que Zertuche lo culpa de las ausencias de los diputados del sur.
Es evidente, por lo que vemos y escuchamos, que en Morena los principales problemas están entre sus propias tribus, agravados por el reclutamiento indiscriminado de cuadros inescrupulosos como Maky Ortiz y otros que aspiraron a la candidatura y ahora siguen ejerciendo un tardío derecho al pataleo.
Como el caso curioso del polémico Alejandro Rojas, qué tal vez por una ocurrencia suya o por acatar órdenes de su patriarca, ha estado haciendo ruido con videos en las redes sociales, donde además de exigirle chamba al precandidato a gobernador, casi se asume como el salvador de Morena y de Tamaulipas.
Por el ruido de Rojas, el superdelegado Rodolfo González Valderrama tuvo que dar la cara ayer, y ante los medios de Reynosa afirmó que su compromiso con Américo Villarreal no ha cambiado. Al senador suplente le pidió cordura y respetar los acuerdos. Hizo bien en definir su postura, el deslinde era necesario para Rodolfo porque de alguna manera se le ligaba con Rojas, por la pertenencia de ambos al establo de Ricardo Monreal, un personaje cada vez está vez más lejano de Palacio Nacional y de Morena.
Finalmente, lo cierto es que no hay congreso ni campaña sin show, y sin personajes como Rojas o Chavira estos días serían demasiado sosos y aburridos.
MIENTRAS TANTO / ALFONSO GARCÍA RODRÍGUEZ