TAMAULIPAS.- El Presidente de México, al igual que cualquier mortal, depende de los designios de la naturaleza. Todos somos vulnerables y la evidencia más próxima es el virus que enloquece al mundo. Por obvias razones, su caso es más delicado por la responsabilidad que carga sobre su humanidad. No es fácil transformar un país al que desde el poder y por 36 años, inculcaron la cultura de la corrupción como forma operativa de gobierno.
Los padecimientos de AMLO jamás se han ocultado y aunque hasta ahora son controlables en la medida en que la ciencia lo permite, no dejan de ser una preocupación mayoritaria. Él lo sabe, por ello no extraña su anuncio de que tiene preparado un testamento político que garantice la gobernabilidad de la nación, si llegara a suceder una desgracia; no sería precisamente la muerte que no se le desea a nadie, sino, por ejemplo, que se afecte alguna de sus facultades.
El asunto es que AMLO fue inesperadamente hospitalizado el viernes anterior y como la información oficial no fluyó con la rapidez suficiente, las especulaciones se echaron a volar, especialmente en los medios opuestos a la 4T, algunos que llegaron a suponer gravedad extrema que lo colocaba al borde la muerte. Se trató por supuesto, de confundir e insinuar una crisis político-socialeconómica, de esas que los conservadores son afectos a aprovechar en beneficio propio.
Sin embargo su mala entraña no aplicó en AMLO toda vez que éste, fue autorizado a proseguir sus actividades en forma normal. De ahí la seguridad de que tenemos Presidente para mucho tiempo, con la energía, la devoción y entusiasmo de siempre. ¡Tengan para que aprendan!. Y no lo dice el columnista, sino los especialistas que atienden y vigilan su salud. Ojo, no es cualquier persona, sino el Jefe de la Nación. Así, una vez más, los reaccionarios quedaron con las ganas de que algo negativo suceda a Andrés Manuel, por lo tanto han de resignarse a que la transformación siga adelante para cumplimentar la segunda y más importante etapa en beneficio de la república.
ARREGLADO TAMAULIPAS
Yo digo y sostengo que el voto para la gubernatura en nuestro estado, está decidido. Sea que las campañas y todo lo derivado, (sobre todo los eventos tumultuarios de dudosa eficacia y sí mucho despilfarro), no tienen más razón que crear un ambiente ficticio y hasta fantasioso. La paisanada ya sabe en quien confiar, por lo que nada de lo que suceda hasta el día de elección, le hará cambiar.
Es iluso creer que cualquier evento, declaración o simulada actitud humanista, convenza criterios opuestos cuando los personajes en competencia son harto conocidos, y no solo por sus efectos, defectos y afectos, sino sobre todo, por sus acciones. Nadie ignora quiénes son ni que virtudes, cualidades o pecados portan, al igual que los partidos que los proponen. (Al respecto eche una miradita a la trilogía que en anti natura alianza osaron conjugarse).
En este sentido las diversas encuestas señalan lo que la realidad define. Por lo tanto, afirmar que Américo Villarreal Anaya, el candidato de Morena, marca tendencia mayoritaria irreversible, es tener conciencia de que Tamaulipas está listo para transcurrir por la experiencia transformadora. Eso sí, mediante un proceso democrático que garantice paz y tranquilidad.
Existe madurez social digo, eso es lo importante, y donde hay madurez, la mentira, hipocresía y demagogia no tienen cabida.
SUCEDE QUE
Y sigue la risa loca en el congreso local, pero ni modo de pedir milagros en el callejón de los cuchillos largos. Hasta la próxima.
POLVO DEL CAMINO / MAX ÁVILA