TAMAULIPAS.- LO CLARO. La función primera de las universidades –inmediatamente enseguida de formar profesionistas de calidad para alcanzar mercados competitivos- es la de vincular a las instituciones de enseñanza con su par productivo. ¿De qué otra manera, las cámaras empresariales, colegios, barras dan cabida a las necesidades de investigación y preparación académica, si no es en estrecha cadena de trabajo conjunto?
El rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas destaca esta sinergia de esfuerzos –Universidad – Sociedad Civil- y en virtud del comienzo del nuevo ciclo 2022, acompaña a la instalación del Colegio de Contadores del Centro del Estado; una muestra más de la cercanía y compaginación de intereses para promover el desarrollo.
LO MUY OSCURO.
Esperemos no ‘agarrar pal’ monte’ en esta propuesta crítica. Según los estudiosos, la administración pública existe desde que el Estado existe. Es decir, la manera en que la fuerza política entrega a sus gobernados los satisfactores a que pretenden para alcanzar una vida digna en comunidad, es mediante la aplicabilidad de la administración de esos esfuerzos.
Seguimos ‘agarrando monte…’ Esta historia de existencia del Estado y de la administración pública se documenta desde el imperio romano y hasta nuestros días. ¿En dónde tipificamos a la corrupción como un delito? En la implementación de la administración y en su caso, el abuso del poder público para beneficio de unos cuantos. Y así, el filón que significa desde siempre el ser parte de este cuerpo selecto, no solo ha permanecido en el tiempo, sino que sus tentáculos crecen por necesidad. Solo se ocupaba en la edad media de un rey, un tesorero y de un recaudador de impuestos. Y por supuesto, de su cuerpo de seguridad.
El monopolio de la violencia, en manos del gobernante. Pero luego el recaudador requería de alguien que le cargara la bolsa y otro que apuntase las cuentas. Y el tesorero de alguien que hiciera los discursos y otro que fuera por los vales de gasolina. En el pueblito donde yo vivo -350 mil habitantes- 30 años atrás la administración municipal era ejercida con 500 empleados, incluido el alcalde y su cabildo (que, dicho sea de paso, poco ejercicio de autoridad tiene esta figura, desde el virreinato en México).
A esta distancia acumula casi 3 mil funcionarios públicos y acaso con su población flotante subió la demografía en 70mil, comparados los 280 mil de 1990. ¿Cree usted que sea más eficaz, eficiente y evolucionada en comparación? En diciembre recién transitado, INEGI publica datos interesantes que mueven a pensar qué estamos haciendo mal en la inversión de recursos públicos. Según sus datos, la población pagó en 2019, 12 mil 800 millones de pesos por concepto de CORRUPCIÓN, equivalente al 64% mayor que la erogada en 2017.
Cada mexicano solventamos este rubro, con $ 3,822 pesitos en promedio. En contraste, las empresas en su generalidad disminuyeron este flagelo de ‘aportaciones’ en casi el 50% por concepto de licencias, uso de suelo, permisos, etc. ¿La razón? La pandemia. Este virus habría alejado del cajón de las galletas por obligación a los recaudadores. El resultado final se tradujo en 59 de cada cien personas, tuvieron la mala experiencia de encontrarse con corrupción en función pública y las empresas apenas en un 35 de cada cien.
¿Qué deberíamos repensar para alcanzar el objetivo común, que de sí ha sido bandera política donde la honestidad y la probidad debía ser un requisito sine qua non para ser funcionario público? Primero, entender que administrar el dinero del pueblo no es una empresa. No se ocupan tantos ayudantes para llevar a cabo una administración ineficiente o superflua. ¿Dirección de gestión y legitimidad? ¿de la ‘administración periférica’? Y antes mejor que votar una revocación de mandato, el permitir que las cuentas públicas sean confrontadas en tiempo real a su ejercicio.
Y no después que el edil municipal o estatal ya dejaron la silla. Vaya que habría muchos asustados. Y sin necesidad de ir por ellos, como Lozoya. En las ciudades de EE.UU. el impulso al turismo y la defensa del comercio, corre a cargo de las Cámaras empresariales, no de la autoridad que, para ser totalmente honestos, no es su especialidad.
COLOFÓN: El huevo y la gallina llegaron exactamente al mismo tiempo. El estado y la administración pública. Con ellos, la corrupción. Existe la buena voluntad de atajar el camino a esta última. Además de ser honestos como virtud para acceder a los puestos, también se ocupa la inteligencia de estos para ejercerlos… o seguir contratando ayudantes que hagan la chamba. Hasta la sucia. No me consta… sólo lo que comparte INEGI.
CLAROSCURO / ALEJANDRO DE ANDA