El Presidente López Obrador ha recibido respaldo de la mayoría mexica, tras la respuesta valiente y digna al parlamento europeo que abrogándose facultades que no le corresponden, recién se atrevió a descalificar, criticar y aun condenar, la política interna del país, como si todavía fuésemos colonia del imperialismo.
Desde luego todo se deriva de las reformas implementadas en la 4T que lesionan los intereses de las empresas extranjeras, especialmente en el terreno energético. El fondo del asunto es económico y de ninguna manera tiene que ver con derechos humanos o la libertad, como pretextan los legisladores intervencionistas, los cuales en efecto, sirven a los intereses del gran capital.
Un ejemplo son las enormes ganancias de los inversionistas españoles que en México ascienden a 600 mil millones de pesos anuales. Además de que, entre otras cosas, son dueños de la Riviera Maya y todo lo que esto significa. En este sentido no extraña que alienten protestas y amparos relacionados con el ferrocarril que construye el supremo gobierno y que unirá a pueblos marginados encausándolos a su desarrollo y progreso.
AMLO entonces, es apoyado por quienes sabemos que las invasiones históricas redujeron a México no solo su territorio a menos de la mitad, sino en cuanto a permanecer humillado y sometido, mientras las riquezas de todo tipo se trasladaban a otras naciones. Ese tiempo ya pasó aun cuando el saqueo económico persiste en modalidad empresarial.
De manera que los explotadores extranjeros no terminan de entender que la república ya cambió. Por ello las presiones ejercidas desde puntos tan distantes como el parlamento europeo, secundado, desde luego, por los conservadores traidores que añoran la época neoliberal utilizando algunos medios de comunicación para desahogar su odio y rencor contra el gobierno democráticamente electo.
Estos medios de comunicación que ahora señalan “el escaso tacto diplomático” de AMLO al responder como lo hizo a los europeos, son los que aplaudieron a Vicente Fox cuando corrió a Fidel Castro en abril de 2002 durante la Cumbre Extraordinaria de las Américas en Monterrey, para no causarle un disgusto al presidente gringo George W. Bush. Aquella desafortunada frase: “comes y te vas” mostró la fobia del panista contra Cuba y sus autoridades.
Por cierto que Porfirio Muñoz Ledo es otro a quien aprovechan para golpear a López Obrador. Y es que dicho político esperaba que lo nombraran embajador en la isla caribeña, pero como en la 4T le perdieron la confianza, tal nombramiento fue congelado.
Quedamos en que la mayoría mexica apoya a AMLO, en tanto los conservadores siguen instalados en el pasado deseando que la bota extranjera someta y humille a la nación. Ya le digo, son los traidores de siempre.
Y AHORA EL AEROPUERTO
Al inicio de la 4T la reacción hizo lo imposible por sabotear la construcción del aeropuerto “Felipe Ángeles”, por la sencilla razón de que se le escapaba el negocio del sexenio (tal cual sucedió). Llovieron amparos, reclamos, demandas pero nada hizo desistir al supremo gobierno respecto de la cancelación en Texcoco donde ya tenían todo preparado para hinchar sus bolsillos todavía más, con la complacencia de Enrique Peña Nieto cuyos socios serían “los ganones”.
Ahora estos conservadores están “super ardidos” ante la inminente inauguración del FA en santa Lucía, programada para el 21 de marzo, fecha conmemorativa del natalicio del Benemérito de las Américas. Todo está listo y AMLO no deja de recordarlo como otro de los grandes triunfos sobre la corrupción, además de todo lo que significa para la modernización de las comunicaciones en nuestro país.
Recordemos que con todo y los gastos que derivó la cancelación en Texcoco, hubo enorme ahorro económico que de otra forma iría a engrosar las cuentas de los saqueadores. Aplausos para los profesionistas de las fuerzas armadas que construyeron el FA, uno de los tecnológicamente más avanzados del planeta, según los expertos.
SUCEDE QUE
Quienes traicionaron a Morena en el congreso local están muuuuuy mortificados (as) por su expulsión. Cierto, lo disfrutan ahora, pero podrían venir tiempos de arrepentimiento, digo yo.
Y hasta la próxima.
Por Max Ávila