VICTORIA, TAM.- El Caminante y Zeferino se conocieron hace 16 años, cuando el primero de ellos era editor de la sección de espectáculos y cultura de este periódico. El jefazo inmediato del Caminante le llamó para presentárselo.
– Mira compadrito, te presento a Zeferino, uno de nuestros artistas locales que participan en el Festival Internacional Tamaulipas – hoy extinto – es cantante de ranchero y tiene un gran futuro por delante – le refirió el director editorial.
El cantaor se mostraba un poco ‘nerviosón’ pero nunca dejó de sonreír. Fue la primera vez que el Caminante entrevistó a Zeferino Herrera, conocido también como “El Tamaulipeco”.
El joven aquel, aún en sus ‘veintes’, se abrió de capa con el Caminante, para compartirle su sueño y anhelo de hacerse de un nombre en el medio artístico, un deseo que forjó desde su infancia, cuando pasaba largas temporadas con sus abuelos, en aquella enorme propiedad de la cual eran cuidadores en el barrio del Pitayal.
“Me iba al fondo del solar, donde estaba una pileta y una pared de otates, ahi le daba rienda suelta a mi afición de cantar” cuenta el Zefe, emocionado al rememorar esa época.
“Mi niñez fue un tanto difícil, pero fui feliz, no teníamos lujos pero siempre hubo que comer, aunque como en todas las familias siempre hay problemas y malos ratos” reflexiona Herrera.
Así fue como el niño se convirtió en un larguirucho y tímido joven, que siempre albergaba el sueño de interpretar las canciones de sus ídolos Pedro Infante, Javier Solís o Gerardo Reyes, pero su temperamento introvertido no hallaba esa chispa que encendería su destino.
Fue hasta que cursaba la universidad, y le tocó ser estar entre el público en una presentación de Rodrigo Nájera, a quien el admira y respeta grandemente, que se dio cuenta de que los sueños se realizan… para los que se atreven. “Fue ahí cuando dije, yo quiero ser el que esté ahí arriba en el escenario cantando esas canciones, fue cuando me decidí a perseguir este sueño, ir
Pero el camino hacia el estrellato no está tapizado de pétalos de rosas.
Porque muchas veces la cuesta hacia arriba, se hace más pesada por aquellos que motivados por la envidia o la mala vibra tratan de hacer renunciar a quien con tanto esfuerzo persigue la cima.
“Me han dicho ‘¡ya olvídate de eso!’ ‘concéntrate en un trabajo de verdad’ ‘eso de la cantada no te va a traer nada bueno’ y cosas como esas, pero yo sigo adelante, ya han sido muchos años picando piedra, compi” comenta Herrera al Caminante.
En algún momento, Zeferino, un tanto exhausto por este complicado caminar, consideró tirar la toalla un par de veces, pero el fuego interior mantuvo encendida la llama y prosiguió.
“Nombre compadrito, hubo ocasiones en que me agüitaba bien gacho, porque pasan y pasan los años y uno se desespera porque siente que no avanza” confesó en alguna ocasión el cejón camarada al Caminante. Pero el trabajo hecho con determinación y disciplina siempre prosperará, con, sin y a pesar de las dudas.
Zeferino nunca imaginó que su chamba de años fructificaría en plena pandemia. Como alguna vez dijo Chente Fernández “la suerte no es hierba que crece en el campo, llega si la buscas, se da trabajando” y eso fue lo que finalmente le sucedió.
Un día, después de mucho batallar, cansadas jornadas de trabajo, y duro esfuerzo para no claudicar, la diosa fortuna tocó a la puerta de Zeferino.
Un torbellino de eventos y conexiones que se combinaron, lo llevaron a formar parte de programas por cable de Televisa con proyección nacional e internacional, lideradas por Israel Jaitovich.
En emisiones como “La cantina del Tunco Maclovich” y otras del mismo corte se puede ver la participación de Zefe, que aunque han sido breves, sirvieron como plataforma para codearse con pesos pesados de la música regional que ya empiezan a saturar su agenda.
‘Dios te oiga’ es la respuesta que Zeferino siempre regresa cuando se le desean éxitos y más parabienes. Paralelamente, el cantante no descuida su empleo en el ramo de las bienes raíces, el cual ocupa su cerebro casi por entero, pero su corazón sigue entregado a la música, al estrellato y a su cada vez más creciente público, pero sin perder la humildad que caracteriza al victorense. ‘Aquí seguiremos compadrito, echándole ganas’ se despide Zefe sonriendo, y contestando una llamada de un posible cliente. Que Dios lo prospere y que nos siga llenando de orgullo.
POR JORGE ZAMORA