VICTORIA, TAM.- Paco y Beto se conocieron siendo aún unos niños, descubrieron la vida jugando en los patios de una primaria de la colonia Mainero.
Juntos disfrutaron de posadas y días del niño como los mejores amigos, y en el mismo salón de clases.
En la cuadra donde vivían, todo mundo sabía que donde estaba uno, estaba el otro.
Como ambos cumplen años en los meses de las vacaciones de verano, alguna vez se organizaron para hacer una sola fiesta.
Al cumplir 12 años también ingresaron a la misma secundaria, y aunque ya no pudieron estar en la misma aula, sus pláticas al bajar la Loma al regresar a casa eran una de las partes del día en que más reían.
Tres años después Paco ingresaría a un centro de bachillerato, en tanto que Beto estudiaría la preparatoria.
A partir de ahí ampliarían cada quien su círculo de amistades en diferentes ámbitos.
Pero los dos amigos seguirían en contacto constantemente incluso acompañándose para llevar serenata a la joven que uno de ellos pretendía.
Paco se graduó de ingeniero y Beto emprendió un negocio de venta de artículos de limpieza para el hogar.
Con el tiempo ambos habrían de tener su propia familia.
Paco y Beto nunca dejaron de frecuentarse y se reunían de vez en cuando, para festejar un cumpleaños o acontecimiento.
La vida para ambos compas solía ser agradable, aún con todas las broncas económicas o de salud que llegaban a presentarse. Pero fue a raíz de ciertos acontecimientos ajenos a ellos, su amistad sufriría un fuerte descalabro.
En un cambio de sexenio Paco perdió su empleo cómo burócrata estatal, y a partir de ahí batallaría para reintegrarse algún centro laboral, por lo que se sostenía haciendo chambas de mantenimiento del hogar, impermeabilizaciones y otras tareas relacionadas.
Mientras tanto Beto seguía prosperando con su negocio de artículos de limpieza, con varias camionetitas distribuyendo sus productos por la capital.
La dura situación económica con la que Paco lidiaba se cruzó en el camino con la elección presidencial de 2018. Ahí fue donde tomó una postura crítica al pronunciarse por cierto candidato que a la postre ganaría la silla presidencial.
Beto por el contrario expresaba sus simpatías por otro partido.
Al principio esto no representaba mayor problema, hasta que el clima de polarización que se generó en el país vino a enfrentar las ideas políticas de ambos amigos.
«La verdad es que no entiendo a Paco» contaba Beto en alguna ocasión al Caminante.
«Ya se peleó con dos de sus carnales y hasta salió de pleito con un cliente por que le dijo que no creía en las propuestas de su líder político… cada vez tiene menos amigos porque a todos los manda a la fregada si no comparten sus rollos políticos» se quejaba amargamente Roberto.
El Caminante, que es amigo de ambos, se veía atado de manos para emitir una opinión pues no deseaba entrar en polémica con ninguno de ellos.
Tiempo después Paco le comentaría al Caminante, que no entendía cómo Beto seguía apoyando a un partido tan corrupto por el cual él había perdido su trabajo años atrás.
Tras la elección de 2021 las fricciones entre ambos amigos de toda la vida se fueron haciendo cada vez más ríspidas en sus redes sociales.
Sus comentarios en muchas publicaciones pasaron de la discordia a la agresión.
Poco después dejarían de ser amigos en redes sociales.
Ana y Xóchitl, esposas de Paco y Beto respectivamente, no entendían cómo una amistad de más de 30 años se podía ver tan afectada por la simpatías políticas de cada quien.
El punto crítico ocurriría las semanas previas a la consulta de revocación de mandato, cuando los ahora ex amigos se toparon en una tienda de conveniencia y se hicieron de palabras, para finalmente intercambiar algunos empujones y golpes.
Su amistad, que habría nacido desde la infancia, terminó de manera caótica debido a un mal entendimiento.
Para el Caminante resulta difícil de creer, cómo una cuestión así puede destruir los lazos afectivos entre dos personas que se conocen de toda la vida.
Independientemente de las afinidades políticas de cada quien, si los valores cívicos y democráticos como la pluralidad de ideas y la tolerancia no están presentes a la hora de intercambiar pensamientos, nuestra sociedad está en grave riesgo de colapsar.
Ojalá como personas pensantes entendamos esto y aprendamos a convivir en paz.
POR JORGE ZAMORA




