Si yo viajara al pasado, el camión me llevaría desde la época reciente hasta el remoto ayer por caminos que ya no recuerdo. Saldría corriendo buscando a mis padres pues seguro los tendría y por ahí anduvieran, en ese sitio donde el hubiera existe.
Encontraría los despojos del recuerdo y los escombros destruidos por otros antes del voluminoso presente que lo juntó todo. Me arrepentiré de algunas cosas de las cuales no tuve ocasión de arrepentirme pero será igual de inútil.
Tal vez si me pasara de lanza y viajase a un pasado muy remoto, al abordar a los primeros homo sapiens me consideren un ignorante, como creo ser. Me comenzarían a adiestrar en el noble y milenario arte de sujetar la lanza. De arrastrar venados y pintarlos en las paredes de Altamira.
En otro pasado debería cargar una cruz y en otro estar tranquilo a un lado del camino,aplaudiendo a los trémulos actores de la procesión del recuerdo. Tampoco ahí en el pasado la idea deja de ser salvarme, pude como Pedro negar tres veces a Cristo y no lo hice. Volví al presente sin confesión de parte.
Ya en el pasado tal vez trataría de negar el presente o de justificarlo tal como hago con el pasado. Habría que hacer el futuro con el presente fracasado ya vuelto pasado. Y el resultado tal vez sea el mismo si en ese instante viajase al futuro que sería este presente.
Desde que la conozco la vida es la misma y el sujeto con quien me encontraría en las calles del pasado escabroso sería como yo mismo soy en este momento. No hemos cambiado mucho. No hemos visto esos grandes cambios en el hombre lejos de su esfera urbana y social.
Sí viajara al pasado comería más nopales por ejemplo. Leería menos libros, no todos eran buenos pero me llevaron a los mejores. Me vendría en bici desde el pasado. Trataría de pensar menos para pensar sólo en lo que quiero.
En las calles del pasado andarían los malandros de costumbre que uno saluda toda la vida. Hicieron su viaje de futuro y ahora están ahí en el futuro inexpugnable. Son células que se juntan. Células olorosas a lo mismo, a la soledad de un cuadro, al rostro visto por millares en un espejo.
Tal vez aprendiera en el pasado a arreglar el camión descompuesto que me trajo. Pero aprendí más de los abrazos y de las aguas que vi pasar por el río. Aprendí de lo inesperado y que he olvidado. Lo único que hay es presente incluso en el pasado.
Me reconocería el olor que emanara de una corta carrera a casa. Me desgastaría los zapatos donde va el dedo gordo, usted sabe lo de siempre y comería de todo. Me quitaría la camisa, correría un poco más, dibujaría los sueños que no tuve, iría a donde dije que iba, despertaría y volvería a dormir. Y sin embargo descalzo buscaría llegar a este hermoso presente.
Los sujetos del pasado que también hoy somos nosotros, nos hacemos las mismas preguntas. La vida desde que se conoce plantea la misma alternativa, el mismo principio y final de la historia. Las mismas preguntas siguen sin respuesta.
En el pasado encontraré lo que no debí hacer y ahí estaré dispuesto a repetir la historia. Sé que lo haré. Desde el futuro me llamará la historia y repetiré el numerito que me dieron y perteneceré a una banda de trajeados maleantes. Debo detener eso. Pero es muy tarde.
Ahora desde el presente es decadente pensar en lo que no has hecho. Sobre esos huesos que caminan se construyó también el destino de las hormigas. Se salvaron de morir aplastados los seguidos pasos sobre un hueco del tiempo. No te moviste y pasaron los años. Allá va el viejo Esteban que te saluda desde el pasado. Pero estás en el presente y no puede ser que a pesar de todo tú el hombre de todos los tiempos sigas siendo el mismo.
HASTA PRONTO.
Por Rigoberto Hernández Guevara