En la comunidad de Hendersonville en Carolina del Norte, Lisa Rowe tuvo que escoger entre seguir con vida o renunciar a la custodia legal de su hijo de 17 años. Además se veía abrumada por los costos para atender los padecimientos mentales del joven.
Rowe señala en una entrevista, que en un año tuvo que llamar al menos 14 veces al 911. Las llamadas eran desde atender las sobredosis por alcohol o drogas e intentos de suicidio de su hijo, hasta agresiones de parte de él hacia ella.
La última fue cuando el joven tomó una serie de cuchillos y se abalanzó sobre ella. La policía ya tenía identificada a la familia, como siempre lo llevaron al servicio de emergencias para atenderlo, pero cuando llamaron a la mamá para que fuera a recogerlo, decidió no hacerlo y enfrentar proceso legal para dejar de ser su tutor legal.
Una historia que empezó con dificultades
Lisa Rowe quería ser madre de nuevo, pero al no poder serlo junto a su esposo decidieron iniciar los trámites de adopción de un bebé, que la mamá no quería. Se endeudaron con 45,000 dólares para los honorarios y cambiaron su auto por uno más grande. Pero se venía un gran reto.
Fueron informados que el bebé tenía un soplo en el corazón. La pareja decidió seguir con el trámite, pero a los tres años algo no estaba bien, los rabietas no eran normales. Los especialistas médicos les dieron una lista de padecimientos que eran de cuidado.
Los problemas eran: neurosensoriales, depresión, ansiedad, autismo, síndrome de Tourette, déficit de atención e hiperactividad, desregulación disruptiva del estado de ánimo, trastornos bipolares, de oposición y obsesivo-compulsivos.
Falta de atención a las enfermedades mentales
Ahí empezó a descomponerse todo, especialistas, gastos de medicinas y falta de atención médica. La madre señala que incluso tuvo que acampar tres meses en 2014, afuera de un hospital para encontrar tratamiento psiquiátrico para su hijo de 10 años, en ese entonces, la causa, intento de suicidio.
Además su seguro médico UnitedHealthcare, en repetidas ocasiones bloqueaba o pretendía restringir sus servicios médicos. Estaba dispuesto a pagar los servicios de urgencia, pero se negaba atender tratamientos residenciales.
A lo largo de los años Lisa Rowe se endeudó y solicitó ayuda a los legisladores de Nuevo México. En ese tiempo la familia vivía en una comunidad rural de ese estado, donde la atención especializada médica estaba a tres horas de camino.
Además, tuvo que enfrentar el divorcio y arresto de su pareja, quien es acusado de abusar sexualmente de su hija menor. Hoy Lisa Rowe es señalada de ser “una mala madre”. Pero asegura que lo hace para que su hijo encuentre atención a sus padecimientos mentales que ella no puede costear, además de salvaguardar su vida.
CON INFORMACIÓN DE EL HERALDO DE MÉXICO