CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- Entre la maraña de recuerdos y los sentimientos a flor de piel, no titubean al decir de memoria la fecha en la que vieron por última vez a sus hijos, ese momento en que se convirtieron en desaparecidos.
Son las madres buscadoras que hoy no celebrarán el 10 de mayo.
Algunas lo pasarán en el campo, recorriendo el monte y la llanura para encontrar el indicio menos pensado, un rastro cualquiera que les permita hallarlos. Otras se distraerán en su trabajo, o cuidando a sus nietos.
Están las que perdieron contacto con sus hijos hace tres o cuatro meses, y quienes llevan más de una década extrañándolos.
Algunas sienten rabia, otras dolor, incertidumbre, pero en ningún caso resignación. No hay paz posible para ellas.
Eso es lo que las une, por más diferencias que puedan tener en los métodos, su común denominador es la esperanza que las mantiene de pie.
En un estado con más de 11 mil personas desaparecidas en el Registro Nacional, sus historias se multiplican en todas las regiones.
“Somos miles de personas que buscamos a nuestros hijos y aunque algunas mamás tal vez no salgan a buscarlos, de cualquier manera, en vida, en fosas, en lo que sea, no quiere decir que a su manera no los busquen, a su manera siempre esperan una noticia”, explica Josefina de León Mendoza, quien preside la Red de Desaparecidos de Tamaulipas, uno de los 34 colectivos que trabajan en el estado.
Su hija Cynthia desapareció en abril del 2012 cerca de Victoria.
Una década después, la activista no solo sigue firme en su búsqueda, sino que asegura sentirse cada vez más cerca de encontrarla.
“Yo hice la denuncia al día siguiente y la hice con la intención de que me fueran a ayudar a buscarla y me di cuenta, ahí mismo me dijeron que no salían a buscar personas”.
El esfuerzo de muchos ciudadanos como ella, ha logrado que las cosas cambien poco a poco.
“Han pasado 10 años se han empujado muchas cosas, porque han sido las víctimas, lo institucional no hubiera existido sin la exigencia de las víctimas, y se ha modificado, pero todavía falta que den resultados, porque estamos igual”.
Hoy, el Día de las Madres no existe para ella.
“El primer 10 de mayo tenía unos días de haber desaparecido, me la pasé revisando una habitación que ella tenía con cosas, y me daba mucho sentimiento, recibir mensajes de solidaridad de ese día, me agarré me salí de la casa, me agarre camine y camine toda la tarde, llegue hasta la noche a mi domicilio desesperada; para mí ese 10 de mayo fue horrible, entonces ni pensarlo, no existe para mí”.
En la misma situación está Graciela Pérez, la fundadora de Milynali Red, la asociación que lleva el nombre de su hija, desaparecida también desde hace casi 10 años.
“¿Cómo se le puede llamar el día de las madres? No lo tenemos, sí es un día de exigencia, es un día de gritos, es un día de lucha porque no los tenemos. ¿Por qué? a nosotras nos ‘desmadraron’”.
El 14 de agosto del 2012, se perdió para siempre el rastro de su hija y de cuatro familiares más: su hermano Ignacio y tres de sus sobrinos desaparecieron mientras viajaban de regreso de Estados Unidos a la Huasteca Potosina; la última vez que se supo de ellos estaban en las inmediaciones de Mante. Por eso ahí se ha concentrado su búsqueda y ahí está la base de operaciones de la Milynali Red.
Tras el primer impulso de salir a buscar, el golpe de realidad fue demoledor cuando se acercaron a la autoridad: “la respuesta primero fue que no hicieras nada, esa fue la primera respuesta que te quedaras en tu casa porque te iban a llamar”.
Lo que ellas querían era la búsqueda inmediata en campo, algo que no ocurrió.
“Mi mamá me dijo, vete a buscar, y la verdad es que yo no tengo nada que perder, es mi única hija hasta la fecha, me dedico a buscarla, no hago otra cosa más que buscarla, es la luz de mi vida, es lo que me mantiene en vida”.
Esa necesidad llevó a Graciela a mover cielo, mar y tierra. Igual que a Josefina y tantas otras madres que perdieron muchas cosas, entre ellas el miedo.
CASOS
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Roberta García Zúñiga
Sus dos hijos, Rogelio y Sergio Martínez desaparecieron el 20 noviembre del 2015
“Nada más me dieron información el mes pasado que no los han localizado, que no hay señales de nada”, narra Roberta en la sede de la agrupación Mylinali Red, en Ciudad Mante, de donde ella es originaria.
Han pasado casi siete años desde que perdió el rastro de sus hijos, quienes manejaban en un tráiler en Nuevo Laredo.
“Yo puse la demanda hasta el 2018 porque sentía miedo que fuera a pasarles algo, y hasta ahorita nada…Ya pasaron años y me desesperé de que no aparecen por ninguna parte”.
En este colectivo, Roberta se siente acompañada, haciendo el esfuerzo que también le pide a las autoridades: “Aquí ya estamos boletinando la desaparición de nuestros hijos para ver si alguien nos puede ayudar”.
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Sonia de la Garza Castillo
Su hija Bianca Durham de la Garza desapareció el 27 de junio del 2013
“A las 4 de la tarde que era la salida de la niña del kinder, me llaman para preguntarme que quién iba a pasar por la niña, porque no había pasado nadie”, relata Sonia sobre el día que desaparecieron su hija y su yerno.
Bianca ya no pudo pasar por su hija que se quedó esperándola en el kiner, y de su hijo, que entonces tenía dos años, no se supo nada durante ocho días, hasta que apareció en la Iglesia de San Isidro, alguien lo encontró y lo llevó al DIF, donde ya estaba boletinado como desaparecido.
“Ese día fue un jueves que los dos desaparecieron junto con el niño de dos años, en ese entonces todavía no se podía poner denuncia hasta dentro de tres días y era jueves, hasta el lunes pude poner la denuncia, yo anduve buscando a mi hija, me iba a las carreteras, me iba a casas hogar”, recuerda.
Nueve años han pasado, y la esperanza sigue viva: “Yo no pierdo la fe, para mí mi hija está viva, mientras yo no encuentre un huesito, para mí mi hija sigue viva”.
¿Cómo pasa el 10 de mayo?
“El día más triste, hay fechas que quisiera que no pasaran, dormirme y despertar al otro día porque es muy triste, no hay celebración”.
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María del Pilar Martínez Villanueva/Aracely Solis
Sus hijos Juan Antonio Quiñones y Miguel Ángel están desaparecidos desde el 22 de junio del 2013
Sin conocerse, la tragedia las unió, y ahora forman parte de la Red de Desaparecidos de Tamaulipas, que les ayuda a buscar a sus hijos Juan Antonio y Miguel Ángel, dos amigos de los que nada se sabe de hace casi diez años.
Fue un sábado, Juan Antonio salió de su casa a la 1 de la tarde y pasó por Miguel Ángel; por la tarde, debía volver para llevar a su madre, María del Pilar, para llevarla a hacer compras.
Pero ya no volvió.
“A las 8 ya le marco, no me contesta, y no me contesta, ya como a las 10 le vuelvo a marcar, y ya me manda a buzón”, recuerda Pilar.
“Ya el domingo, yo recibo una llamada de la novia de él como a las 8 de la mañana, y me pregunta por mi hijo, y yo sentí un vacío enorme, ¿cómo, no estuvo contigo?”.
Hallaron el carro desmantelado, una semana después en la carretera a Tampico
Desde entonces “andamos tocando puertas, doña Aracely y yo, la mamá de Miguel; pero yo sigo buscándolos, teniendo una esperanza, ya le pido a mi Dios que como sea, aunque sea un huesito o algo; este día 10 para nosotros no es festejo, no tenemos nada que festejar”.
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María Isabel Meléndez Barajas
Su hijo Javier Llanez Melendez desapareció el 12 de diciembre del 2021
A María Isabel la espera se le hace eterna.
El proceso “es demasiado lento, tardado, para que nos den un estado de cuenta del banco pasaron mesa de tres meses y medio y ahorita se está esperando respuesta del banco porque si hubo movimiento en la cuenta”.
Javier desapareció en Mante el 12 de diciembre del 2021.
Este 10 de mayo, lo pasará con tristeza, pero también “con la fe y la esperanza de que regrese”.
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Leticia Aguilar Saucedo
Su hijo Axel López Aguilar desapareció hace 13 años.
Es una de las buscadoras más experimentadas. Leve casi diez años buscando a su hijo, desaparecido en Ciudad Mante, y también ha volcado sus esfuerzos como integrante de Mylinali Red.
“Somos como 300 familias que buscamos a nuestros desaparecidos, nos hace falta que apoyen en búsquedas y que ellos hagan búsquedas por su cuenta también, que no sea el colectivo que tenga que estar pidiéndoles y asistiendo, si no se solicita la búsqueda no se hace”.
“Aparte de las búsquedas en campo se hacen boletines, se reparten boletines mes tras mes, repartimos boletines de nuestros desaparecidos, algunos tienen hasta 12 años”.
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Mirna Zapata Herrera
Busca a sus hijos José y Giovany Mata desaparecidos en 2015 y 2016
Es una de las madres tamaulipecas que este día no estará celebrando, sino en el campo buscando a sus hijos: “Yo no paro, cada mes salgo a buscar, a mi no me importa el miedo, yo lo que quiero es encontrarlos, aunque sería algo muy doloroso que yo los encontrara en una fosa, pero a la vez voy a tener paz, descanso de que yo ya voy a saber dónde los voy a tener y dónde puedo ir a verlos”.
Sus hijos desaparecieron en Victoria en diferentes hechos.
A uno se lo llevaron de una miscelánea donde fue a comprar agua tras jugar un partido de futbol; el otro desapareció cuando iba camino a su casa después de visitar a su abuela.
¿Cómo pasa el 10 de mayo?
Es muy triste porque me hacen falta mis dos niños y no es lo mismo, desde que no los tengo mi vida ya no soy la misma, cambié mucho, me volví muy amargada, yo no salgo, yo antes me vestía bien, me pintaba y ahora nada, me levanto me hago mi chongo y con la misma me voy al trabajo, yo prefiero irme a trabajar, prefiero irme al monte, yo soy feliz, si a mí me dijeran todos los días que viniera yo todos los días vengo”.
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Nancy Idalia Dueñez Mendoza
Su hijo José Daniel Trejo desapareció en agosto del 2017
“No sé nada de él, yo no busco culpables, yo busco a mi hijo, es un tormento muy fuerte que cada madre lo estamos viviendo, la búsqueda es muy lenta, y le doy gracias a este colectivo que me han ayudado”, dice Nancy mientras carga en la mano un retrato de su hijo, en la sede de Mylinali Red en Ciudad Mante. “Estamos unidas por el mismo dolor”.
Insiste en que no la mueve una obsesión por castigar a quienes se lo hayan llevado, eso no le interesa. Lo único que pide es encontrarlos.
“Que tengan compasión, no buscamos culpables, buscamos a nuestros hijos, que tengan piedad”.
¿Cómo pasa el 10 de mayo?
“Ya no tenemos nada que festejar, ya nada es igual porque nos roban la mitad de nuestro corazón, seguimos vivas con al fuerza de Dios por nuestros hijos que aún nos necesitan, pero ya no estamos vivas”.
POR STAFF
EXPRESO- LA RAZÓN