La vida. Esta es la vida con su luz intensa y su amplio horizonte. Con el abanico que gira y gira alrededor de planeta. Con la fuerza para levantarse e ir por una copa de vino, por un café y unas galletas entre el humo.
Más allá también la vida en sus cosas extrañas, con sus nombres de pila y sus apodos. Cada uno una vida al mismo tiempo, coincidiendo con Ia vista, con las manos y con el tiempo libre. Coincidiendo a propósito, por algún descuido, o por que deseábamos vernos.
La vida son los pasos contados a un depósito de agua, a un buen plato de sopa en un trayecto que suele llevarnos parte de la mañana. Instantes después todo cambia y vuelve a cambiar.
A veces una mirada es el día, el día guarda unos pasos y hace otros, se sabe las palabras que decimos, nos vamos escuchando. Este es el día donde todos vamos, el viejo autobús de hospicio, quisiéramos que fuese despacio, pero tampoco recio. Somos nosotros dando vueltas alrededor de la tierra.
Los calcetines se calzan en un minuto, primero el derecho aunque seas zurdo. La vida es un sorteo donde yo elijo. Si nos asomamos a la calle vemos gente escogiendo. La mirada elige, los pasos se mueven en ese sentido, estamos yendo a alguna parte, ignoramos a dónde.
Durante el tiempo que tarda la vida en pasar hay pequeños finales, imprecisiones, errores, y retrasos muy marcados, hay huellas de los días no escritos, cicatrices imperceptibles para la memoria del viejo. Hay por lo mismo lluvias e impermeables cansados, goteras, legiones invencibles de fracasos.
Hay el éxito desmedido al obtener la flor de un jardín cierta mañana, el éxito de existir y saberlo. El éxito que puede ser tan simple con sólo abrir los ojos y vivirlo.
Somos parte de otros pero despegada, nos quedó la nostalgia y buscamos esa parte despegada en otro lado, con los vecinos, en las escuelas y los trabajo, en los mismos burdeles buscamos algo.
En todo y en la misma ausencia hay existencia, late la omisión, el hueco dejado por otros y otras, por los compañeros, por los que viajaron contigo, por una palabra que recuerdas, por un cuerpo por donde se han ido los años.
Y la vida continúa, fluye, escapa apenas un vistazo, apenas dijiste algo demaciado tarde. Volvemos a casa por un papel que olvidamos, somos otros con gafete, todos cabemos en un estadio. Y sin embargo disputamos un sitio igual al de donde estamos sentados. Nadie nos entiende, en eso consiste.
La vida hay que vivirla no más, porque aparte no queda otra, es esta. Ni bonita ni fea, qué saben los que miden, qué saben quienes saben si no se ponen los zapatos de otros.
El sonido en los oídos es incesante, constantes convocatorias para la vista, invitaciones a quedarse dormido y levantarse en armas más tarde, el rumbido de un carro, luego otro pensamiento, encima un claxon de alarma, el viento que mueve la cortina de la vida por donde se asoma uno a espiarla.
Y la vida sigue y la perseguimos , la encuentramos , va con nosotros, comienza a fatigarnos, esperamos algo, siempre esperamos. Y mañana es otro día. Tejemos esas horas, agendamos en el aire, en Ia lluvia de la tarde, a 40 grados a la sombra, entrevistamos a un fulano.
Son las 5 de la tarde de ayer, apenas puedo decir esto. Y sin embargo es hoy, y es mañana también, es este instante que un día tuvo otro nombre. La vida son todos los días juntos en este rato. Si nos distraemos podríamos saltear el tiempo, hacerlo añicos, volver al olvido.
HASTA PRONTO.
Por Rigoberto Hernández Guevara