No es una frase mía para enganchar lectores, es la fuerte descripción que la Iglesia Católica en México hace del país tras la ejecución de dos sacerdotes jesuitas en Chihuahua, que le dio la vuelta al mundo, no, tampoco hay como refutar el diagnóstico a manera de adjetivo que hace el Clero ante las evidencias.
Así es mis queridos boes, mientras el presidente tiene 4 años cobrando como tal, pero actuando como candidato, en este país han matado a 124 mil 326 hombres y mujeres en el contexto de la violencia, mayormente generada por grupos criminales.
Una cifra fácil de decir, pero que significa que por lo menos 97 personas son asesinadas cada día, cuatro cada hora, ¿con tales números en 1 mil 270 días de gobierno de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR cómo desmentir a los curas que están, como miles y miles de mexicanos hartos de la violencia?.
Fue el secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), RAMÓN CASTRO CASTRO el que en nombre de la Iglesia Católica en el país alzó la voz tras la ejecución de los jesuitas y las declaraciones de AMLO culpando al pasado, no solo a manera de respuesta al desdén presidencial a la crisis de violencia, sino como exigencia de justicia.
«Ahora como nunca, el dolor de la cruz se vuelve más intenso por tanta sangre inocente derramada a lo largo y a lo ancho del país. Los índices de violencia y sus estructuras de muerte, se han desbordado e instalado en nuestras comunidades, desfigurando a la persona humana, y destruyendo la cultura de paz», dijo
«A lado de nuestro pueblo, esperamos una respuesta a la altura de las circunstancias por parte de las autoridades civiles en todos los niveles. Es responsabilidad de quienes gobiernan procurar la justicia y favorecer la paz y la concordia en la convivencia social.
Pero luego vino la frase que debió retumbar como bomba en las paredes del Palacio Nacional, ese que siempre está blindado, al que el pueblo no entra y finde AMLO y su familia son los menos expuestos a formar parte de la estadística de sangre que marcará su sexenio como el más violento de la historia.
«Esta realidad de violencia nos golpea, nuestro México está salpicando sangre de tantos muertos y desaparecidos, entre ellos 27 sacerdotes”, soltó el presbítero
México, a la vista del Episcopado Mexicano, es un país de total impunidad, donde no solo el homicidio dolosos, el control de los criminarles y la extorsión imperan en el territorio nacional.
“Ante la gravedad de los hechos, hacemos un llamado al Gobierno Federal y a los distintos niveles de autoridades, en consonancia con el pronunciamiento que se ha realizado desde el Senado de la República: es tiempo de revisar las estrategias de seguridad que están fracasando”, exigió el CEM por separado en un comunicado
«Es tiempo de escuchar a la ciudadanía, a las voces de miles de familiares de las víctimas, de asesinados y desaparecidos, a los cuerpos policiacos maltratados por el crimen. Es tiempo de escuchar a los académicos e investigadores, a las denuncias de los medios de comunicación, a todas las fuerzas políticas, a la sociedad civil y a las asociaciones religiosas”
Y sin decir su nombre con la siguiente frase le echaron en cara a AMLO su cerrazón a reconocer la realidad que sufre el país
«Creemos que no es útil negar la realidad y tampoco culpar a tiempos pasados de lo que nos toca resolver ahora. Escucharnos no hace débil a nadie, al contrario, nos fortalece como Nación. Todos somos mexicanos, todos necesitamos vivir en paz y concordia. Es responsabilidad de los gobernantes aplicar la ley con justicia para erradicar la impunidad, respetando los derechos humanos, pero procurando la seguridad de los ciudadanos y la paz social».
Pero qué creen, ayer cuando al presidente le preguntaron en el show de las mañanas si ya era tiempo de cambiar la ‘estrategia’ reitero que no, porque en su cabecita cada vez, eso lo creo yo, más loca, las cosas van bien.
“No, al contrario, este es el camino, esto ( la muerte de los jesuitas y la violencia en el país) es fruto podrido de una política de corrupción, de impunidad que se implementó desde los tiempos de Felipe Calderón”, añadió AMLO
“Es un proceso que lleva tiempo (él ya lleva casi 4 años de pretextos), pero vamos bien y lo puedo probar hasta con números y desde luego que vamos bien, porque yo tengo comunicación con la gente”.
Reitero lo que he escrito aquí antes: el problema de la seguridad que crece y crece en el país, no se va a solucionar hasta que no se reconozca.
Y también reitero mi preocupación que la política de negación de la realidad en el problema de la inseguridad se implante en Tamaulipas donde en los dos anteriores sexenios ya tuvimos de sobra la dosis de terror, dolor y sangre que nos tocaba aportar al México que Salpica Sangre.
POR MELITÓN GARCÍA DE LA ROSA