Apenas unos días después de los comicios en los que se renovó la gubernatura comentaba aquí que Tamaulipas necesitaba iniciar un proceso de reconciliación, para buscar restaurar la unidad y la armonía de los tamaulipecos, ante el entorno de polarización generado por las campañas.
Y aunque las cosas han transitado básicamente sin problemas por la sensatez con la que se ha manejado el equipo del gobernador electo Américo Villarreal Anaya, es entre quienes serán relevados en donde se han generado situaciones que provocan tensión política que se refleja en varios ámbitos.
A estas acciones corresponden algunas reacciones que han funcionado bien para enviar mensajes de que en el bando del mandatario electo se tienen de lado la razón, la legalidad, la fuerza y apoyo de la Cuatroté y hasta de ser necesario, la capacidad de operación política para que el proceso de transición transcurra sin contratiempos o a pesar de ellos.
Sin embargo, insisto, aunque Villarreal ha mostrado plena disposición para que las cosas se conduzcan de la maneras en que éstas deben hacerse, no han faltado los obstáculos.
En mi colaboración en la que hablaba de la necesaria reconciliación que requerimos con urgencia en el estado señalaba que era una condición indispensable para superar los problemas originados por la confrontación derivada de las campañas, en las que se llegó a extremos que no se veían. Bueno, el año pasado tuvimos un ensayo con la guerra sucia, pero en estos comicios se pusieron en práctica estrategias igual de rudas.
Lo que hemos visto hasta ahora parece que no va caminando en ese sentido, principalmente porque no todos se ven interesados en ello. Justo ayer el gobernador electo durante una conferencia de prensa en Ciudad Victoria, resaltó que su equipo jurídico hará lo necesario para que por los medios legales correspondientes se dé marcha atrás a varias modificaciones legales aprobadas en el Congreso por la mayoría del PRI y del PAN. La declaración busca mantener la cordialidad que le ha caracterizado ante la predisposición de los contrarios para complicarle todo.
Américo ha optado por mantener un perfil moderado, como durante la campaña. Evitando confrontarse por todos los medios, ha decidido recurrir a los contactos y el apoyo institucional y hasta personal que tiene de la Cuatroté, para dejar clarísimo que las campañas ya pasaron, que no debe prevalecer un ánimo de conflicto y que lo más responsable para todos los que tienen que ver con la sucesión y el próximo cambio de gobierno, debe ser el respeto a la legalidad y el bienestar de los ciudadanos.
Por eso se entiende que Villarreal haya anunciado también que como parte del quehacer de toda nueva administración, se hará una revisión profunda a diversos temas que tienen que ver con la aplicación e los recursos públicos durante el gobierno que ya se va. Es algo no solo necesario, sino deseable, saludable para que la sociedad tenga una idea de qué es lo que se hizo bien y en qué faltó poner atención para cuidar el dinero.
En lo personal me parece acertada la actitud de Américo, porque desde la campaña y después de ella, en el triunfo, ha mantenido la prudencia, la suavidad en las formas pero la firmeza en el fondo. El acercamiento más estrecho con los altos niveles del gobierno federal, el evitar confrontarse o responder directamente a provocaciones e inclusive acciones que pretenden maniatarlo como gobernador entrante, es algo que dice mucho de la forma en que podría conducir el gobierno. Y eso es algo que muchos, muchísimos tamaulipecos simpatizantes suyos o no, van a valorar porque es precisamente lo que no han visto en los últimos años: Cercanía, prudencia, humildad y en lo posible, ausencia de soberbia y arrogancia.
También hay que decir que los tamaulipecos van a apreciar la firmeza en el fondo y la suavidad en las formas, porque Américo ya dijo que no va a tolerar anomalías, que van a revisarse contratos y asignaciones de presupuestos, que se va a auditar la viabilidad técnica y financiera de obras para saber si tienen una justificación en beneficio de los ciudadanos.
Sin confrontar, sí, pero con firmeza, es como el equipo del nuevo mandatario quiere gobernar Tamaulipas, algo que seguramente detectaron como una de las necesidades prioritarias de los tamaulipecos: Esperan, exigen un gobernante alejado de la arrogancia, la soberbia y las actitudes rijosas por el simple hecho de creer que se tiene la razón. Ojalá responda a las expectativas aunque, a estas alturas, cualquier diferencia con los que ya se van será notable y apreciada de inmediato.
ESCOTILLA
Ayer me enteré que la medianoche del sábado falleció en Torreón su Obispo Emérito, José Guadalupe Galván Galindo. Sus múltiples amigos lo conocían como “El Padre Lupito”, desde sus días de párroco en Monterrey.
Lo conocí cuando fue ordenado Obispo por el entonces Nuncio Apostólico en México, Girolamo Prigione, en la Diócesis de Ciudad Valles hace muchos años. En esa ceremonia recuerdo a los obispos y arzobispos Genaro Alamilla, Luis Morales Reyes, Javier Lozano Barragán y Alfonso Szymanski, entre otros.
Pocas veces lo traté, pero en esas ocasiones siempre el “Padre Lupito” mostró su aguda inteligencia, vocación y manera muy singular de ver las cosas. Discreto, pero hábil en las relaciones políticas, públicas y sociales. Hace 20 años fue designado Obispo de Torreón, en donde se retiró del ministerio hace 6 años. Tenía 81 de edad.
Era un de esos hombres de la Iglesia que tienen una inteligencia destacada y era alejado de conflictos. Que descanse en paz.
POR TOMÁS BRIONES
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