TAMAULIPAS.- La crisis migratoria se reavivó en Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros, principales fronteras de Tamaulipas con Estados Unidos, con miles de personas en espera de ingresar al vecino país, quienes carecen de un alojamiento digno, alimentos y servicios adecuados de salud.
En total, se calcula que hay más de 9 mil migrantes distribuidos en diferentes puntos de la linea fronteriza.
Ante la emergencia y con los albergues saturados, organismos privados e instituciones religiosas llevan a cabo gestos humanitarios que apenas alivian las condiciones de vida de los migrantes.
Hasta finales de junio, más de 3 mil migrantes permanecían en refugios improvisados de Reynosa, de acuerdo con un reporte de Médicos Sin Fronteras (MSF).
Hasta la primera semana de ese mes, había 582 hondureños; 249 haitianos; 176 guatemaltecos; 384 salvadoreños; 4 rusos; y hasta 127 mexicanos.
El albergue Senda de Vida 1 daba refugio a mil 500 personas, de las que mil 200 provenían de Haití; mientras que el albergue 2 del mismo nombre y que en esa fecha no estaba concluido, atendía a más de 200 familias; otros migrantes hallaron alojamiento en la Casa del Migrante Nuestra Señora de Guadalupe.
Así, en este puerto fronterizo es donde más se agravó la crisis migratoria en las últimas semanas.
El delegado del Instituto Tamaulipeco para los Migrantes, Ricardo Calderón Macías, reconoció que no hay recursos suficientes para dar alojamiento digno, alimentación y servicios de salud adecuados a los extranjeros y propios mexicanos varados en esta frontera.
Ante la crisis, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (conocida como la de los Mormones) y la Carites Catholics donaron casas de campaña y alimentos por 100 dólares, destinadas a mejorar la estancia de los migrantes, sobre todo de los más vulnerables, niños y personas adultas mayores.
Otra acción que buscó beneficiar a los extranjeros en tránsito, fue una Feria del Empleo que les ofrecería por lo menos 500 plazas laborales.
Hondureños, salvadoreños, guatemaltecos, haitianos, sin faltar mexicanos, después de viajar por hasta meses para llegar a Reynosa, tienen la esperanza de ingresar a Estados Unidos mediante cualquier tipo de visa de asilo.
Mientras siguen varados desde hace semanas y muchos viven en la calle bajo temperaturas elevadas de la canícula. “Nuestras consultas médicas a mujeres embarazadas y a menores de cinco años se han triplicado en las últimas semanas”, explicó Anayeli Flores, oficial de Asuntos Humanitarios de MSF en Reynosa.
Los migrantes también enfrentan otras duras experiencias en Reynosa.
“La otra noche escuchamos balazos muy cerca al albergue, sentimos desesperación porque no sabíamos lo que estaba pasando, todos nos fuimos a esconder al baño por el miedo de una bala perdida. Venimos huyendo de las balas en mi país, no pensamos que aquí también fuera así y se siente bastante susto. Había muchas personas afuera del albergue y las metieron rápidamente para resguardarse. Hubo mucho caos y miedo”, contó José Amílkar Medina, de Honduras y quien llegó aquí hace más de un mes para presentar su solicitud de asilo junto a su esposa, su hija y su padre de 74 años.
La situación para otros más de 3 mil migrantes en Nuevo Laredo, no es menos angustiante, subrayó MSF. La organización “ha estado brindando asistencia humanitaria a la población haitiana y centroamericana, así como a personas desplazados internamente que huyen de la violencia en diferentes partes de México”.
Esto mientras siguen las expulsiones inmediatas bajo el estadounidense Título 42 que dispone para estos migrantes esperar en la frontera del lado mexicano, la revisión de sus casos y la decisión final de ingreso o no a la tierra del “sueño americano”.
“La mayoría son familias con niños pequeños que duermen en el piso, expuestos a las lluvias y a elevadas temperaturas”, describió MSF la crisis en Nuevo Laredo.
Y precisó que los 10 refugios en la ciudad están ya a su máxima capacidad.
“Tengo una semana aquí en Nuevo Laredo. La situación es muy mala, no tengo dinero para comprar nada de comer ni donde quedarme a dormir. Ha estado lloviendo, en el refugio donde nos quedamos hay mucha agua, estoy durmiendo en el piso, eso es complicado para mí y para mis enfermedades. Me pongo a llorar porque tengo dolores y me siento muy mal, a veces me quiero morir”, dijo Esaia Jorince, un haitiano de 27 años quien huyó hace 3 años de su país porque asesinaron a toda su mi familia.
Mientras ese panorama se registra en Reynosa y Nuevo Laredo, en la primera semana de julio fue inaugurado en Matamoros el Centro Integrador para el Migrante (CIM) “Valentina Ramírez Avitia”, con cupo para 500 personas que esperan asilo en Estados Unidos.
Hasta 3 mil migrantes generaron una crisis en esta Ciudad en los últimos meses.
Del otro lado, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos detectó a más de 1 millón 700 mil indocumentados en la frontera con México en el año fiscal 2021, que terminó el 30 de septiembre pasado.
Y acá de este lado, 58 mil personas solicitaron refugio en México apenas en la primera mitad de 2022.
Por Magdiel Hernández
Expreso-La Razón