TAMAULIPAS.- Existe inquietud por el futuro inmediato de la entidad. Sabemos de un proceso de entrega- recepción convertido en polémica por los grupos protagonistas. En este sentido el ciudadano común solo entiende que Tamaulipas no puede estar supeditado a intereses partidistas y menos convertido en moneda de cambio porque es patrimonio de todos. Desde luego hay diferencias, tiene que haberlas, de otra forma la vida sería muy aburrida.
Predomina la confusión y no sabemos hasta dónde pueda alterar la cotidianeidad. Aquí es donde la paisanada exige encontrar fórmulas para lograr acuerdos que no dañen la sobrevivencia mayoritaria de por si difícil y complicada.
Hacer el supremo esfuerzo para no entorpecer el desarrollo de quienes después de la votación del pasado junio vuelven a ser los mismos en las familias, el barrio, la colonia o la ciudad. La enorme diferencia entre políticos y comunidad está en la sabiduría de esta última que no se detiene en los detalles que pronto pasan a formar parte del pasado. En este caso está claro que la batalla por la gubernatura es capítulo concluido, por lo tanto, hay que darle vuelta y empezar a escribir lo que sigue de la gran historia de nuestro estado.
Son muchos los retos como para perder el tiempo en pleitos que al final dejarán amargura, frustración y probablemente rencor y coraje. Hablamos de los grupos en pugna que suponen la alternancia como la guerra última, cuando debiera ser aliciente que inyecte entusiasmo y pasión por el triunfo sin ir más allá de lo establecido en una competencia civilizada y su respectiva dosis democrática.
Una contienda política es muestrario donde la libertad se ejerce a plenitud, por ello merece respeto. En el caso de Tamaulipas justo es reconocer que las autoridades electorales se comportaron a la altura del compromiso. Con valentía y calidad moral hicieron lo que el juez de plaza de gallos, declarando sin secretos ni titubeos, colores y nombres del perdedor y el ganador.
Aquí frente a todos, los votos hablaron. La regla esencial fue aceptada por los competidores que ahora están en la obligación de aceptar resultados así sean adversos, reconociendo el triunfo contrario. Ello no demerita, sino dignifica igual que el general que rinde plaza para no seguir sacrificando a su tropa. Pelear hasta el último cartucho es admirable, pero nobleza obliga evitar pérdida inútil de sangre.
El asunto es que los tamaulipecos todavía no estamos muy ciertos del futuro inmediato que nos espera. Sabemos de confrontaciones, acusaciones, demandas, polémicas, declaraciones en uno u otro sentido y sin embargo permanecemos al margen, sin derecho a réplica a pesar de ser los más afectados. Y es que se trata de intereses muy lejanos a lo que realmente importa como sociedad. He dicho.
“CHAPULINES” A LA VISTA
Presiéntese el fenómeno incontenible del “chapulineo” después del primero de octubre. Será la confirmación de la costumbre convertida en ley dentro de los partidos cuya militancia en muchos casos, opta por buscar mejores horizontes a efecto de seguir disfrutando el ocio del poder. En este sentido el más perjudicado sería el PAN por obvias y sobradas razones, cuando está a punto de perder la influencia conservada seis años. Sea que dentro de pocos días ya no será el mismo.
Hay evidencias, incluso en el congreso local donde rumorean sobre algunos(as) legisladores que hacen guiños y lanzan atrevidas sonrisas al partido triunfador de las elecciones de junio con tal insistencia que, los morenistas estarían en la posibilidad de recuperar la mayoría. Eso dicen. Recordad que la caja de las galletas cambiará de repartidor y nadie quiere quedarse sin desayunar o de aplaudir que pa’l caso es lo mismo.
Sea que, en eso de las traiciones políticas, será lo mismo, “nomás que revolcao”.
SUCEDE QUE
Chingao, no cabe duda de que andamos de malas, ¡hasta los huracanes nos hacen fuchi!
Y hasta la próxima