Cuando Ricardo Anaya asumió el mando nacional del PAN aprovechó el control de los órganos del partido para construir su candidatura presidencial, agandalle que provocó la renuncia de varios panistas de renombre, entre ellos el expresidente Felipe Calderón, su esposa Margarita Zavala y su hermana Luisa María Calderón.
Los argumentos de los inconformes, que Anaya había creado una camarilla para manejar al partido como una agrupación a su servicio que prohibía la democracia y la disidencia, que manipulaba el padrón de militantes y cancelaba las elecciones internas para resolverlas a favor de los cuates a través de la imposición y el dedazo.
Con la llegada de Marko Cortés, al que las bases panistas veían como una continuidad del excandidato presidencial, se repetiría la historia.
El proceso de reelección fue impugnado ante los tribunales electorales del gobierno por varios aspirantes al cargo, entre ellos Gerardo Priego Tapia, quien, además de señalar que se habían violado sus derechos políticos, exigió la reposición del proceso interno.
Ninguna de las demandas prosperó. En el recién iniciado proceso de renovación del comité directivo estatal de Acción Nacional de Tamaulipas ha ocurrido lo mismo.
La Comisión Organizadora del proceso interno impidió el registro de del principal opositor a los aspirantes de la planilla encabezada por los diputados Luis René Cantú e Imelda Sanmiguel, el exsenador José Julián Sacramento Garza, eliminación que ha allanado el camino para que el grupo en el gobierno mantenga el control del partido por otros tres años, a pesar de los descalabros electorales del 2021 y 2022.
Como hiciera en su momento Priego Tapia, Sacramento recurrirá a los tribunales para impugnar el proceso y exigir que se posponga hasta después de que haya concluido la gestión del gobernador García Cabeza de Vaca, requisito que el impugnador considera necesario para que el relevo se realice sin las presiones ni el hostigamiento oficial. Si las exigencias del matamorense fracasan, el costo político de la maniobra será tan elevado para el panismo tamaulipeco, como el del resto del país, sin embargo, parece que eso carece de interés para los dueños del partido, a los que lo único que importa es conservar en su poder las riendas albiazules y los beneficios que esto conlleva. Como el que en la sucesión presidencial del 2024, cuando el partido de Gómez Morín de la entidad defina las candidaturas de senador, diputados federales, diputados locales, igual que el reparto de los aspirantes a alcalde y regidores, la lista de los elegidos para acceder al poder por la vía de la representación proporcional sean los autores de la reelección del Cachorro y sus amigos.
En Morena, mientras tanto, este domingo 28 de agosto los consejeros de la Cuarta Transformación ungirán como la nueva dirigente estatal del partido de la 4T a la abogada Lucero Diosdady Martínez López, quien, como es del dominio público, ya recibió el visto bueno del gobernador electo Américo Villarreal Anaya que anticipa que la asamblea de hoy, si no ocurre nada extraordinario, será un simple trámite para formalizar la designación.
A diferencia de lo que pasa en el PAN, en el que la mayoría de los dirigentes estatales son del centro y el norte del Estado, en Morena se ha optado por encargar las riendas del partido obradorista no solamente a una cara nueva de la política sino originaria del sur para reconocer el peso que la región de la zona metropolitana de Tampico, Madero y Altamira tiene en el ámbito estatal.
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