Y es que el amor es una ave ligera. Es una hoja escrita en el aire que al caer se confunde con otra o se confirma. El amor es una contradicción que se esclarece a oscuras y en el día se extravía, se vuelve ojo de hormiga.
Antes que nosotros fue el amor y estoy seguro que después de todo lo será también. La biblia pone por delante el amor. El ser humano existe gracias a ese momento en que el amor se encuentra consigo mismo en los ojos que jamás pensó lo hubiesen visto.
Tal vez frente a un espejo Narciso piensa en todos. Somos Narciso que es al mismo tiempo el amor propio, la intensidad que nos hace creer que estamos vivos cuando nos mira otro: entonces somos lo que somos incurables, impropios, guerreros devaluados de la guerra en un campo de batalla sin tregua.
El amor es una persona metida en otra que se asoma al mundo y se va y vuelve a dolernos, es normal que lloremos por amor, que conjuguemos esa copa de alcohol, el amor es la persona que somos, la persona real que mira por la ventana la casa que hicimos con el cuerpo.
Por fuera, con las manos que sujetan objetos, el amor nos usa, convertido en flor acaricia los sueños. Levanta nuestros rastros y escoge el momento para sorprender al mundo con un buen gesto, un saludo extraordinario, un abrazo apretado, una ocasión tierna e inesperada.
El amor no es el hábito, es el monje pecaminoso. El amor, que existe en todas partes, sin prejuicios, nos hace iguales a todos. Vamos con eso volando, flotamos enamorados en lo que amamos.
Se ama la tierra que pisamos y el cielo aún sabiéndolo lejano. Se ama lo que ignoramos, lo que negamos y lo amamos más si nos aferramos a negarlo. Se ama lo que soltamos y lo que amarramos.
En su lenguaje el amor nos llama desde una rama en movimiento. Se sospecha del aire, pero es un huracán que cabe en un libro abierto, en Ia rendijas del silencio y en la estridencia de un ser humano dolido y alegre. Sonriente y triste, confundido.
En la realidad que no vemos, que sólo sucede, somos los fantasmas que se enamoran y vamos al cine para simular que somos felices. En realidad nadie se mueve, son los dedos que siembran, las manos que hurgan el silencio, los brazos que ya encontraron otro cuerpo igual y perfectamente, no hay nadie semejante a ellos.
Pero el amor es también el amor. Es un dulce en los labios, son mejillas arreboladas, ojos que nos miran sin cansarse, cuerpos insaciables en un cuarto, luna que descubre lo inhallable, aire que se inhala por la mañana sin despertar a nadie. Sueño es el amor, intocable, palabra prófuga de la justicia, ilusa, inalcanzable y cerca, tan cerca que no alcanza a mirarse.
El amor no vende ni compra. Aún cuando hay sus falsificaciones. No está en aparadores de los grandes negocios con sus anuncios, ni se maneja de uso exclusivo. El amor ese pobre.
Amor : anoche soñé contigo y ese pobre amor te vio para arriba y tú para abajo no miras. Es el amor correspondiente al olvido, es música que no tiene ritmo, el amor no correspondido. Ojalá eso fuese el amor y sin embargo el amor existe en medio, en el desamor existe, en el odio mismo el amor establece el escenario exitoso.
Amor te amo con todas mis fuerzas, y otra voz puntual responde, corresponde, nos hace felices aunque nunca le veamos. Porque el amor es el puerto y el barco, es cruel y es muy bueno, es el mundo: el pobre y el millonario, la superficie y lo profundo, Cristo y crucifijo, es el escultor y la estatua de bronce, es el estatuto y quien lo desobedece.
HASTA PRONTO
Por Rigoberto Hernández Guevara