¿Qué es lo que está pasando en Tamaulipas? La amenaza de la anulación de las elecciones es el tema preferido del oficialismo, mientras que las denuncias de los intentos de despojo del triunfo es el centro de la narrativa de Morena.
Esto no es nuevo: En los años 90, cuando la oposición empujaba fuerte para acelerar el proceso de transición del viejo régimen a uno democrático, el discurso versaba sobre la defensa de la voluntad popular representada por el voto emitido en cada elección. También, sobre la arbitraria actuación del poder en turno -priísta, hay que recordarlo-, que con total cinismo pasaba por encima de la decisión ciudadana.
La oposición había avanzado poco, pero se había crecido ante la posibilidad de que en el gobierno de Salinas de Gortari las cosas cambiaran y se fueran reconociendo los triunfos de candidatos de partidos distintos al PRI. Así llegaron Francisco Barrio en Chihuahua, se cayó Ramón Aguirre en Guanajuato y también se fue Fausto Zapata, a los 15 días de asumir el poder, pero sin alcanzar a gobernar San Luis Potosí.
De esos años recuerdo particularmente ese último caso, en donde el Dr. Salvador Nava Martínez enfrentó al régimen y aunque oficialmente no ganó, triunfó al lograr que Zapata renunciara ante el cúmulo de denuncias de presuntas irregularidades detectadas y documentadas por la oposición.
Marchas, protestas callejeras, mujeres bloqueando accesos a edificios, concentraciones en plazas públicas, recopilación de firmas de apoyo, publicación de cartas abiertas, manifiestos con posturas sobre la falta de equidad en la competencia electoral y por supuesto, las denuncias sobre la inexistente independencia de organismos electorales, formaban parte de la estrategia opositora.
La conozco bien, la vi desde adentro muy de cerca y por lo mismo, no me sorprende ver que ahora en Tamaulipas se está aplicando con algunas variantes propias de los nuevos tiempos. La narrativa es la misma, pero con ciertos matices.
Ayer vi esa misma estrategia en Tamaulipas, con una jornada masiva en la que Morena impulsó la obtención de firmas de apoyo a Américo Villarreal Anaya, el gobernador electo en los comicios de junio pasado. Aunque por ahora los simpatizantes morenistas no han hecho protestas, marchas ni bloqueado edificios o vialidades, la estrategia se ha basado principalmente en la obtención de apoyos ciudadanos a la causa de Américo. No debería descartarse que, si se anula la elección, pasemos a la siguiente fase dado el nivel de polarización existente.
Hay quienes difieren de esto, porque consideran que pedirle a la gente que vaya a las plazas públicas a firmar un desplegado en favor de Américo, es una señal de debilidad, de temor y de una hipotética certeza de que los magistrados del Tribunal Federal Electoral (Trife) decidirán anular los comicios. No coincido con ellos. Me parece que hay que revisar con objetividad la estrategia, la misma que en los años 90 utilizaba la oposición al PRI para entender por qué se está aplicando. Era de las pocas alternativas que tenía la oposición para lograr visibilidad pública mediante la presión social.
En el estado, Morena es oposición y ha sido insistente denunciando lo mismo que hacían los adversarios del viejo régimen en los años 90: Inequidad en la contienda, guerra sucia, presiones, cooptación de políticos, de liderazgos, de diputados y hasta de magistrados. También, persecución jurídica y política, campañas mediáticas y hasta de desinformación a través de redes sociales, algo que no había hace 30 años.
El escenario, pues, es muy similar. También, la figura fuerte de quien encabeza el oficialismo y que se resiste a reconocer la voluntad ciudadana expresada en las urnas. Con algunas variantes, me parece un escenario idéntico.
Las acciones emprendidas por Morena para pedir firmas y salir a las calles a mostrar el músculo político del partido, dan una idea de lo que los simpatizantes de Villarreal pueden hacer si los magistrados del Tribunal Federal Electoral fallan a favor de los recursos de impugnación presentados por el PAN.
Creo que el mensaje de fondo es ese y no todos lo han entendido: Se recurre a una estrategia que busca darle legitimidad a una oposición que ha sido avasallada, arrollada, injuriada, enfrentada con todos los recursos del Estado y hasta los que son extra legales. La idea de acogerse a la narrativa opositora de los años 90 tiene que ver con la instalación de un nuevo contexto: La necesidad de defender en las calles y en todos los espacios públicos lo que Morena considera suyo por mandato popular.
Habrá quienes piensen que no hay necesidad de hacer eso, si Américo tiene el respaldo de la Cuatroté y del presidente López Obrador en especial. Creo que quienes piensan eso siguen sin ver más allá de lo obvio: Aunque esto así es y aunque Andrés Manuel quisiera usar todo el poder del aparato oficial, hay que cuidar las formas, hay que ajustarse al discurso de los nuevos tiempos.
Claro que el apoyo institucional, político y personal ahí está para Américo, pero usar esta estrategia le va a dar legitimidad, apoyo popular y fuerza para justificar las acciones legales que necesariamente, inevitablemente, se tienen que ejecutar a partir del 1 de octubre. Esa es la esencia dele asunto.
También ayer varias personas me preguntaron si creía que los magistrados anularían las elecciones el próximo jueves, día en el que está programada la sesión. Creo que no: Las cosas han llegado a tal punto, que una decisión en contra de Morena va a tensar más esta etapa del proceso, la víspera de la asunción de Américo al poder. Eso, independientemente de que los argumentos del PAN parecen endebles.
Hay que recordar también que la estrategia que ahora usa Morena ha sido complementada por varios aspectos colaterales: La narrativa se ha orientado a denunciar la presunta presión a los magistrados para que fallen a favor del PAN y además, el propio Américo Villarreal ha salido a desmentir acusaciones en su contra y de su hijo, afirmando que están siendo objeto de persecución con posibles órdenes de aprehensión.
Lo repito: Hay que ver más allá, no hay que engañarse con un análisis simple de la obtención de firmas: Eso es solamente simbólico, porque la verdadera batalla se está dando ya en la opinión pública, en las redes sociales y en los espacios en donde se realizan las verdaderas jugadas políticas, esas que la mayoría de la gente no alcanza a identificar de inmediato.
Estoy seguro de que esto es solamente parte de las escaramuzas que de aquí al jueves vamos a seguir viendo. ¿El resultado? La decisión ciudadana no va a ser cambiada por el Trife y Américo tomará posesión el sábado. ¿Y después? Después, vendrán más meses intensos pero con diferente narrativa.
En los años 90, cuando la oposición aplicó esa estrategia, obtuvo lo que buscaba. La presión social y la narrativa le dieron para eso. En Tamaulipas no está lejos de lo mismo.
Por Tomás Briones
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