CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- El Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe se construyó en terrenos donados por don Pedro Sosa Miranda, la herrería fue construida en su taller y aún le sobrevive en la Ciudad de México su nieto, el Profesor Jesús María Sosa Medina.
1.- Don José Guadalupe Ortíz trasladó el Obispado a Tampico, don Silvestre C. de León, Vicario General y gobernador de la Sagrada Mitra de Ciudad Victoria se encarga de concluir la construcción del Santuario en el año 1927.
2.- El libro “Ecos de la Quinta del Olvido” que narra los días del Obispo Eduardo Sánchez Camacho tras la negación de la aparición de la Virgen de Guadalupe, se rescata hasta nuestros días gracias a la reimpresión que realizó el señor Leopoldo Bello López.
3.- En la década de los treinta, se ingresaba al Santuario por el lado norte. Quienes no vivían en los alrededores debían cruzar el puente de madera de la calle Ocho.
4.- El sillar de 55 centímetros de ancho con el cual se construyó el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe se extrajo del terreno aledaño a la construcción, y de las propias manos de don Pedro Sosa resultó el hierro forjado.
5.- Al concluir la construcción del Santuario se crea la colonia Pedro Sosa, la donación de esos terrenos se realizó formando la Sociedad Protectora de los Intereses del Pueblo.
6.- La idea opuesta a la aparición de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac se propagó desde el año 1895 en Victoria.
7.- Antonio Maldonado Guzmán, ex Cronista de la ciudad, decía que desde el año 1895 había registro del Templo dedicado a la Virgen de Guadalupe.
8.- Los revolucionarios usaban esa zona para disparar en contra de los osados que intentaban agredirlos.
9.- Don Pedro Sosa Miranda, el gran benefactor para la construcción del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en “La Loma”, era originario de Hidalgo. Donde ya se rendía culto a la virgen del Chorro.
10.- El 11 de diciembre de 1992, se inauguró la escalinata al Poniente, que se convierte en un nuevo acceso, que preside su cruz original de hierro y permite al Santuario lucir toda su belleza.
Por Raúl López García
EXPRESO-LA RAZON