La disputa interna del PAN por la candidatura a la senaduría que estará en juego a principios del 2023 volverá a evidenciar la lucha que se gesta ahí desde la misma noche del 5 de junio, cuando se confirmó su debacle política.
¿Permitirán los diferentes grupos panistas -los hay en todo el estado, aunque con mayor solidez en el sur de Tamaulipas- que el cabecismo mantenga el control absoluto del partido, y por ende, se apodere de la única posición electoral que aparece en el horizonte político previo al 2024?
El martes en el Congreso, el “Cachorro” adelantó las intenciones de la corriente política que representa, y hasta confesó que el ex gobernador de Tamaulipas ya le llamó para pedirle que se comunicara con el Comité Ejecutivo Nacional del partido.
“Ayer hable con él, me decía del tema, que si había la posibilidad de tener un diálogo en el CEN, obviamente él está con su familia está descansando y le dije que sí, que ya tengo una reunión por allá, y me dice: ok échale ganas, estoy a la orden, como debe ser, cualquier cosa”, relató ante la prensa como para que no quede duda de quién es su verdadero jefe.
Convengamos que el “Cachorro” es un personaje desafortunado como mensajero, que siempre se ha destacado por ser errático, confuso y que rara vez sus pronósticos y amenazas se cumplen, como cuando aseguraba, sonriente y desafiante, que en diciembre habría una nueva elección por la gubernatura.
Queda claro pues, que siempre hay razones de sobra para poner en duda lo que intenta comunicar. Pero esta vez quiso ser el conducto para dar a conocer los planes que tiene el PAN sobre la mesa y mencionó a tres “aspirantes”.
Fue insistente en destacar -“¿por qué no?”- al exgobernador Cabeza de Vaca, y en segundo y tercer lugar habló del “Truko” Verástegui y de Chucho Nader.
Habrá que ver si los deseos del “Cachorro” llegan a cumplirse, o si lo permite la militancia tamaulipeca y el CEN del partido, pero sea cual sea la decisión final, el futuro no se ve tan sencillo para quien finalmente sea ungido como candidato.
Una derrota para Cabeza de Vaca sería demoledora. Echaría por la borda su plan de supervivencia política que él mismo desveló con insistencia antes de dejar del poder.
Remontar su circunstancia legal se ve complejo y su relación ríspida con buena parte de la clase política lo ponen en una posición de alto riesgo.
Pese a eso, en las últimas horas cobró fuerza la versión de un plan que se estaría urdiendo en los cuarteles del exilio cabecista: postular a un candidato de mediano perfil, pero absolutamente fiel al ex gobernador, para que él sea anotado como suplente en la fórmula y pueda tomar posesión como senador tan pronto como el sacrificado pida licencia.
En el caso del “Truko” se sabe por quienes lo rodean que no tiene muchas ganas de involucrarse en esta nueva aventura, por más que le sugieren aprovechar el capital de votos que consiguió en la elección del 5 de junio.
Y el alcalde de Tampico, quizás sea de los tres, el que tiene más por arriesgar: la condición de invicto y líder político de la región con más solidez para el panismo.
En las sumas y restas, seguramente Chucho preferirá quedarse a terminar su mandato.
Por Miguel Domínguez Flores