TAMPICO, TAMAULIPAS.- Las manos diestras de Arturo Romero se deslizan una y otra vez sobre la concha de caracol. Una, y otra vez el trozo de lija pasa y pasa hasta conseguir retirar las imperfecciones que a simple vista parecen detalles menores.
«La concha debe quedar lustrosa, brillosa, como un espejo. Debajo de la dureza que lo cubre, hay líneas que le dan su característica especial , un peculiar veto que lo hace único entre miles de millones alrededor del mundo «.
Romero es artesano desde hace más de 30 años en el mercado de artesanías y souvenirs de la Bajada Juárez (Hoy ubicados en Heroes del Cañonero).
Apenas alcanzaba la adolescencia cuando fue «tocado» por la gracia de un selecto grupo de trabajadores de productores del mar y de la costa, para transformarlos en un sinfín de artesanías para el disfrute de turistas, en el sur de Tamaulipas.
«Es un grupo muy especial en Tampico; son familias que desde hace más de 80 años están relacionados con la elaboración de cada uno de los «recuerditos» que ves en exhibición. Ellos lo aprendieron de sus antepasados, cuando Tampico se forjaba como un sitio obligado para el turista nacional e internacional».
No solo es la concha y todos los productos que pueden elaborarse, también se trabaja madera, resina, acero, cartón, conchillas.
Antes de las restricciones obligadas por el daño a las especies marinas y de lagunas, se elaboraban piezas con peces pequeños( charales), caballitos de mar, reptiles y la jaiba.
En madera, se tallaban artículos religiosos con elementos marinos , además de los tradicionales llaveros, plumas, libretas y las codiciadas postales que reflejan el momento histórico que vivía la zona.
Los artesanos durante el siglo pasado se encargaban de elaborar y ofertar sus productos en la Bajada Juarez.
El área era entonces zona obligada de paso por las decenas de marinos provenientes de otros países que diariamente arribaban al Puerto de Tampico o de los turistas que acudían a conocer el centro de la ciudad.
«Estamos casi seguros de que muchas de nuestras artesanías, se hallan en cualquier parte del mundo. Obviamente con el distintivo de «Tampico» «.
En el pasado, recuerda que durante los fines de semana varios locatarios optan por permanecer abiertos durante las noches.
El turista que salía a divertirse a los centros de espectáculos, cabarets , apreciaba pasar a cenar y a deleitarse con la vista que ofrecía la zona portuaria y en su camino adquirir un «recuerdito» de la ciudad.
LLEGÓ EL «FUTURO»
Con el paso de los años, la fisonomía de la ciudad cambió, el puerto de Tampico bajo en el manejo de cargas y la ciudad turística entró en un letargo que obligó a los artesanos del lugar , a subemplearse en otras áreas.
«Nos alcanzaron los años y las nuevas generaciones, desvalorar el trabajo artesanal. Dejó de ser importante llevar algo de regreso a sus lugares de origen y optaron por tomarse fotos con sus celulares hasta ahí».
Los viejos comerciantes optaron por introducir mercancía nueva y diversa que pudiera ser más atractiva.
Apenas hace un par de años, explicó que nuevamente el turista volvió a revalorar el significado del souvenir.
«No se vende como antes, pero ya es más el movimiento que tenemos, por lo menos los fines de semana. Ya no se vende la postal, pero tenemos la figura magnética, vendemos los «juanchos» de madera, de peluche, nos modernizamos en pocas palabras»
LUCHAN CONTRA MERCADERÍA CHINA
Durante los últimos años, los vendedores de artesanías se enfrentan a la introducción de productos elaborados en serie y traídos o manufacturados especialmente bajo encargo desde China .
Los artesanos se fueron relegando poco a poco, hasta quedar poco más de una docena en la región.
«Ahora, en este momento, el trabajo que se ofrecía como propio de la región, hecho por manos tampiqueñas, propiamente como artesanía, quedó en segundo plano, porque la oferta se va por souvenirs traídos de China y a un costo mucho menor».
Por José Luis Rodríguez Castro/ La Razón