Mientras llegan las batallas preliminares, los aspirantes a la senaduría vacante -zopilotes, les llamó Monreal-, hacen rounds de sombra, tiran golpes a sus perillas y uno que otro practica ejercicios onanistas.
Sus declaraciones a los medios son conmovedoras.
Cuando les preguntan si aspiran, ponen cara de tristeza, casi derraman lágrimas y susurran: “de eso, nada, respeten el novenario”.
Pero aunque no rezan por el alma del senador, sí oran en secreto… por su futuro, conspiran en lo oscurito, hacen planes y reclutan operadores trinchones para pelear el escaño vacío.
Hay de todo en este desfile de ambiciosos de todos colores: panistas, morenistas, priistas, naranjas, seudo ecologistas.
Algunos imitan a la llorona “Chabelita”, otros le hacen al Platanito o posan como suele hacerlo Poncho Denigris.
Estrellas sobran. Falta ahora que los postulen, que tengan tamaños para ganar… y que no los alcancen su pasado y sus flaquezas.