Una lectura política de los incidentes del Senado el miércoles durante la comparecencia de la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana y la euforia de la oposición senatorial encarando al secretario de la Defensa Nacional podría llevar a una discusión que pudiera aprovechar las nuevas reglas de la competencia política: la institucionalización.
Durante mucho tiempo, las Fuerzas Armadas fueron vistas como una instancia fuera del sistema político priista aunque dentro del régimen de Estado y su papel estabilizador exigía un trato de excepcionalidad política en el que todos estaban de acuerdo por el papel que jugaron los militares en la realización de la Revolución Mexicana, la aprobación de la Constitución de 1917, la fundación de las estructuras del sistema priista a través del partido del Estado y su papel garante de la soberanía nacional ante ejércitos extranjeros y de la estabilidad interna frente a adversarios armados.
Las labores asignadas a las Fuerzas Armadas por el presidente López Obrador en función de los espacios garantizados en la Leyes Orgánicas del Ejército y la Marina estaban creando una nueva situación de excepcionalidad: mantenerlos al margen de la observación institucional por su papel de garantes de la estabilidad en la seguridad nacional del Estado, pero involucrarlos en actividades en las que tendrían que pasar por los tamices institucionales de las relaciones entre poderes.
En términos estrictos, los secretarios de la Defensa Nacional y de Marina están institucionalizándose en función de sus viejas labores y las nuevas tareas y hay varios puntos que tendrán que resolverse:
1.- Los secretarios del gabinete no son ministros porque vivimos un régimen presidencialista, sino que su nombramiento formal es de secretarios del despacho presidencial, con, desde luego, valores políticos mayores en tanto la fuerza del presidente de la República en turno. Y los secretarios de Defensa y Marina son funcionarios del poder ejecutivo.
2.- Los secretarios del gabinete cumplen tres funciones fundamentales: burocráticas en tanto que el personal a su cargo requiere de la supervisión del legislativo, políticas por su papel en el auxilio en las relaciones de poder del presidente en turno y de mando en las áreas militares por mantener el control de las Fuerzas Armadas que defienden la soberanía interna y externa de la República.
3.- Pocos se han percatado que el actual secretario de la Defensa Nacional asumió, por razones de reorganización administrativa de su dependencia, tareas que tienen que ver con la administración burocrática de su dependencia. Este año se creó la Jefatura del Ejército para ejercer el mando directo sobre los soldados, liberando al secretario titular de la cartera de Defensa Nacional de su doble papel de funcionario administrativo con obligaciones democráticas en un régimen de precario equilibrio de poderes y de disciplina estrictamente militar para el manejo de tropas armadas ante ataques externos e internos.
4.- En este contexto, el titular de la Sedena cada vez tendrá un papel más institucional como jefe burocrático-administrativo de la cartera de Defensa, en tanto que la dirección estrictamente militar está a cargo del Comandante del Ejército. Por lo tanto, el secretario de la Defensa Nacional tendrá que asumir, por mandato político-administrativo, labores de relaciones horizontales y verticales y asumirá mayor visibilidad institucional, aunque el costo a pagar será el de ser metido en confrontaciones agresivas de una oposición minoritaria que basa su posicionamiento en la gestión de la confrontación.
5.- El general secretario Luis Cresencio Sandoval González pagó el miércoles de la semana pasada su novatada institucional con la confrontación de dos senadores opositores que optaron por el regaño y el insulto, pero puede decirse que el titular de la Sedena cumplió con creces su bautizo de fuego por haber mantenido la seriedad como respuesta, en el entendido de que muy pronto tendrá que presentarse a comparecer ante el Congreso y entonces podrá ofrecer las respuestas que ameriten las circunstancias del momento.
6.- La otra cuota de institucionalización que está pagando el Ejército es la horadación de los archivos por el grupo Guacamaya, pero tendrá que tener una respuesta institucional de mayor rigurosidad en el control de la información de seguridad nacional que fue violada por hackers internacional.
La nueva estructura del sector militar –Comandancia del Ejército y Estado Mayor Conjunto– ingresó ya a la institucionalidad y los senadores solo le dijeron a los titulares de las armas: bienvenidos a la pesadilla política del sistema.
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Política para dummies: La política verdadera, decía Machiavelli, funciona en la verdad efectiva.
Por Carlos Ramírez
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