La inesperada muerte del senador Faustino López ha metido a Tamaulipas en un trabuco electoral largo y tormentoso.
Las dos fuerzas políticas más protagónicas, desgastadas por la elección y post elección del 2022, irán a un proceso donde continuará la crispación y la guerra negra.
Los electores apenas se reponen de un proceso polarizado por el baño de mierda, y pronto tendrán que escuchar las peroratas de los candidatos y el golpeteo urdido por los inescrupulosos equipos que operan los “war room”.
Se anticipa una escasa participación y que la población permanezca insensible al discurso de los candidatos y a los gritos destemplados de sus activistas.
Peor aún: 2023 será un año tormentoso porque arreciará la lucha entre las fuerzas que se disputan la Nación.
No hay tiempo para resollar. Es demasiado lo que estará en juego en junio del 2024: Presidencia de la República, 128 senadores. 500 diputados federales, 9 gubernaturas, 31 congresos locales. 1,580 ayuntamientos. 16 alcaldías y 24 Juntas municipales.
Tan solo los tamaulipecos votaremos para elegir presidente de la república, dos senadores, 9 diputados federales, 22 diputados locales y 43 alcaldes con sus síndicos y regidores.
Es un ejercicio democrático, sí, pero lamentablemente pervertido por actores políticos sin escrúpulos.
En Tamaulipas no hay tiempo para respirar.
Fusilerías
Layda Sansores parece ser la versión femenina de Boogie “El aceitoso”, creado por el argentino Fontanarrosa.
El sábado anunció en un tuit, por medio de un banner, que en “El Martes del Jaguar” le tocaba el turno a Ricardo Monreal.
Monreal presuroso, advirtió: podría haber ruptura en Morena…
Y Layda se arrepintió, dijo que siempre no.