Crónica
San Judas Tadeo es el santo de las causas difíciles, imposibles, para padres, madres desesperadas, para hijos, hermanos, en conflictos, para los que luchan día a día para vencer la adversidad, para los enfermos, para los que tiene dificultades económicas. Para todos los que la están pasando mal.
La devoción en Tampico, se vuelve color, olor, imágenes, evocación; cada 28 de octubre en la Parroquia de la Virgen de San Juan en la colonia El Cascajal, un barrio que se identifica porque tiene una historia similar al santo católico: luchar contra la adversidad.
Al santuario llegan a pie, en bicicleta, taxi, auto, camionetas, camionetonas, trokotas, de todos los puntos de la ciudad y los municipios vecinos.
Entonces con mariachis, tríos, músicos norteños, altavoces y parlantes a todo volumen manifiestan su fe inquebrantable.
Le bailan, le cantan y le agradecen (sobre todo) los favores merecidos.
La colonia se transforma en referente por un día del sinónimo de fé.
La fiesta que se desarrolla desde las calles que circundan el centro religioso hace eco en toda la ciudad.
Ahí, alrededor se inunda de sabores, texturas, humo de mil colores. La fiesta de San Juditas es de todos y para todos.
La imagen está en la piel de cientos, en la espalda, piernas, antebrazos, pecho, cuello, manos a colores o en tonos obscuros.
Se hace presente al cuello en vistosas cadenas, de oro, plata, acero,al cuerpo en playeras, camisas, vestidos.
Se paga la manda con el “hábito” a blanco y verde.
Aunque no es la general; los padres, las madres,hermanos, esposas de los que “andan mal”, oran, rezan para que vuelvan con vida; oran para que aparezcan y desaparezcan del listado de No Localizados., oran para que no haya un día de “mala suerte”. Que siempre puedan “contarla”.
Los pescadores y sus familias oran para que no caer en malaventura y la desgracia se presente en forma de tormenta y les arrebate la vida.
“Ahí te lo encargo, señor, tú que todo puedes en tu fè; que vuelva mi hijo, mi esposo, mi padre con bien. “.
Oran los que luchan contra el cáncer, contra el padecimiento de no tener dinero para la comida, los que se quedaron sin trabajo. Oran y oran por horas.
San Judas los escucha desde el atrio central, con las manos bondadosas sobre el pecho.
Ante los ojos de la figura de yeso y cerámica pasan veloces, los similares desde las réplicas más pequeñas, hasta las que sobrepasan el metro de altura.
Lo visitan montados en madera, plástico, con adornos de flores, apretujados al pecho.
Los santitos se elevan entre la multitud para recibir la bendición; la salvaguarda, el agua bendita que en el acto todo lo perdona y los exime.
A la fiesta se estima que acuden más de 5 mil personas, todas con la misma pasión que muestran año con año.
La devoción en la zona sur de Tamaulipas se manifiesta cada 28 de octubre en una celebración que se extiende desde poco antes de la medianoche y no termina sino hasta el día siguiente.
“¡Padre, iré, padre aquí le traigo su santito, pa’que me lo bendiga¡”.
La colonia El Cascajal es el santuario del santo patrono de los casos complicados, de los momentos difíciles.
Ahí le rezan, le cantan y le piden que no los olvide.
Pa’que no se olvide que Dios está para todos, pa ”los buenos, los más o menos, los mejores y los que no se “portan bien”.
Ahí le piden que los mantenga de pie ante la adversidad, que en estos tiempos no es poca cosa.
Ahí, cada 28 de octubre se cierran las calles y se abren los ojos y el corazón y la fé para pedirle a San Judas otro año más a salvo de la adversidad.
José Luis Rodríguez Castro / La Razón Tampico