TAMAULIPAS.- Recién llegado de Nuevo León, Raúl Ramírez Castañeda inició el sexenio anterior como asesor del Gobernador; muy pronto se convirtió en titular de la Unidad de Inteligencia Financiera y Económica, desde donde inició la cacería de opositores políticos, que tiempo después perfeccionó en la Fiscalía Anticorrupción que hoy todavía ocupa.
Antes de eso, había sido coordinador de asesores en el municipio de Apodaca, ocupación que desempeñaba a la par de su labor privada como cabeza del despacho Ramírez Castañeda & Abogados S.C, situado en San Pedro Garza García.
En el 2017, en paralelo a su desembarco en la UIFE, llegó a Tamaulipas su hijo Carlos Emiliano Ramírez Pizarro, para ocupar una posición laboral envidiable, si se considera que no tenía mayor experiencia profesional, ni contaba todavía con título universitario.
La Universidad de Seguridad y Justicia de Tamaulipas lo contrató como “Administrativo contable” por un sueldo superior a 21 mil pesos mensuales.
De acuerdo a su currículum hecho público en el Portal de Transparencia, hasta el 2018 empezó a estudiar la carrera de Contaduría Pública en la Universidad del Norte de Tamaulipas, que pertenece a Francisco Chavira.
En el 2021 terminó sus estudios, y al menos hasta ahora, su cédula profesional no está registrada en la Secretaría de Educación Pública.
Pese a eso, sus empleadores en el gobierno del estado le vieron los méritos suficientes para darle una plaza como Secretario Particular con percepciones superiores a los 56 mil pesos mensuales.
La fulgurante carrera en el servicio público del hijo del Fiscal solo puede entenderse desde dos ópticas diametralmente opuestas: el reconocimiento necesario a un talento nato para las labores del gobierno; o el bondadoso empujón de un padre harto influyente en el régimen estatal.
Lo grave es que se trata de un funcionario que tiene -todavía- la misión de documentar y castigar la corrupción cometida al amparo del poder público.
Cómo olvidar por ejemplo la obsesiva persecución del Fiscal contra el alcalde de Reynosa, Carlos Peña Ortiz, por la adquisición de una propiedad que según sus cuentas tiene un valor de alrededor de 4.5 millones de pesos.
Según la indagatoria por la que consiguieron incluso una orden de aprehensión en el Poder Judicial de Tamaulipas, resultaba inverosímil que un joven nacido en 1993 (el mismo año en que nació Carlos Emiliano Ramírez Pizarro) hubiera contado con los recursos para hacerse de un inmueble de esas dimensiones.
Peña Ortiz explicó una y otra vez que la propiedad había sido adquirida con recursos de sus padres, como ocurre en tantas familias.
Pero la cacería contra el alcalde de Reynosa no cesó hasta que se evidenció (gracias a la imprudencia del hijo del Auditor Superior del Estado) que estaba en marcha un auténtico complot para sacarlo del Ayuntamiento.
Sin importar cuanto alargue su desenlace a través de amparos, el paso de Ramírez Castañeda por Tamaulipas quedará atado de manera permanente al recuerdo de una época negra para la procuración de la justicia.