La vida es un vaivén. No puedes quedarte pegado a ver el espectáculo de lo mismo. Vas y vuelves a casa, una y otra vez, y cada vez es nueva. El día hace lo mismo con el sol y la luna. De un lado a otro la vida es un péndulo en decadencia.
Para algo sirven los retratos que nos detienen. A veces máscara, más gesto que rostro, en lo que un sujeto sale de nosotros, de nuestro cuarto, de nuestros puntos suspensivos y adquiere vida. Nos hemos recreado cada día.
Tras una cáscara somos utilizados por el pensamiento, nos hemos vendido con los placeres, hicimos un bunker de absurdas razones y esa es la vida de carácter defensivo, listo para repeler el ataque o repetir la huida.
En el lado amable abrimos la puerta y entran todos los ojos. La ciudad que construimos nos cae encima y nos hace correr por las avenidas, parece que los coches nos persiguen. Hemos perdido la cordura. Para esa hora, un señor venderá troles en esa misma esquina.
Por otra parte la fórmula de la historia es el orden. El orden y por ende caos se vuelve vida. Una ley marcial cubre nuestros países. Nos quedamos dormidos, somos los que soñamos. No es verdad que no podamos movernos con sólo desearlo, sin un varo. Un paso es la historia triste de una hormiga.
Pero la vida es va y ven. Vamos a donde no nos llaman, somos curiosos, inquietos, investigadores encubiertos por las calles. Agazapados hemos sido capaces de soportar cuando hace chingos de frío y hemos ido. Descalzos por la vida hemos ido. Con la verdad y Ia mentira hemos ido por la vida y la hemos traído.
Hemos traído hambre y sueños, deseos extraños. Volvimos los dedos al norte, los talones al sur, volvimos hace rato y nos quitamos los zapatos. Volvemos solos como nos fuimos, hay decadencia de la que hablamos cuando lo decimos.
Llegamos con plagios el jefe de una banda de forajidos que se roba las letras y asalta los bocablos. Llegamos hasta aquí y nos bajó una cuadra antes el chofer del micro. Qué quiere usted, así es este boleto. En ausencia puede estar uno presente, esa es la magia moderna. Confórmese con que le nombren o con estar en una lista de cualquier cosa.
Cuando vamos vamos detrás de un ídolo de ideas, cuando vuelves traes las manos vacías. Todo se evapora. El destino es hermético y es humo. Cuando vamos llevamos la casa, grasa, pan, azúcar, huevos y un encendedor por si ocupamos andar a salto de mata. Vamos a lo que vamos, vamos a donde otros y a nosotros volvemos.
En un choque de trenes la realidad ya si no se confunde. La vida es una verdad viajera con estación en cada mentira. Al demostrarse, tomamos un ferrocarril que nos lleve muy lejos, que nos haga olvidar. La verdad y la mentira es una sola cosa, solo que de pronto alguien sopla. Y todo cambia.
En la habitación de una soledad, cuatro veces sonreído, esquivo las preguntas constantes de mi respiración. Pero es mi tiempo y habrá que contestarlas antes de cerrar la agenda. En ese mismo cuarto, en la mesa he puesto la vida, la vi resistir en el plato. He bebido agua derramada, azúcar que se espolvorea espolvoreada en su espacio. He llegado muy a hueso.
La vida tiene pequeños grumos en los ojos, parvadas de aves oscuras en el cabello lacio y llano, para un sábado. Estamos listos. El camión saldrá en cualquier momento asomando su avance lento y silencioso de autobus de los nuevos. Despidanse, volvemos por la tarde, a más tardar mañana, o quien sabe.
HASTA PRONTO
Por Rigoberto Hernández Guevara