Por diversas razones, los únicos tres candidatos que compiten por la senaduría vacante han decidido iniciar sus campañas a medio gas, casi a escondidas.
Hoy se cumplirá una semana de la voz de arranque y con dificultades podríamos recordar un solo mensaje memorable, o un momento atractivo de los susodichos en estos días de proselitismo.
Es verdad que no hay peor temporada que ésta para una campaña política, y que las circunstancias particulares del proceso extraordinario, lo hacen más complejo, pero valdría la pena preguntar a los candidatos cuándo pisarán al acelerador en una contienda que durará apenas 42 días más.
Este escenario confirma lo que se dijo hasta el cansancio: la inédita elección extraordinaria no interesa más que a los directamente involucrados, e incluso eso podría ponerse en duda con lo que hemos visto hasta el momento.
Una campaña, como ésta, en la que no pasa nada, beneficia a quien se supone lleva las de ganar, que en este caso sería el candidato de Morena, José Ramón Gómez Leal, mucho más por la inercia política de la 4T, que por cualquier cualidad que pudiera encontrarse al ex delegado federal.
A estas alturas, la candidata del PAN y del PRI, Imelda Sanmiguel ya se estará cuestionando si su designación fue un sacrificio en lugar de un premio a su carrera política al interior del partido.
De otra manera, no podría explicarse la falta de entusiasmo mostrada por la dirigencia panista en los primeros días de campaña.
(Lo mismo podría decirse, por cierto, de la estructura partidista de Morena).
Tan frío ha sido el desempeño de morenistas y panistas, que la campaña que más se nota hasta el momento es la del partido más pequeño, cuyas posibilidades -y quizás también sus intenciones-
de ganar son nulas.
La ministra presidenta
Lejos de las apreciaciones políticas (que son naturales y también deben considerarse) la llegada de la ministra Norma Piña a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es una buena noticia por el perfil que ha mostrado en sus resoluciones.
A Arturo Zaldivar, cuestionadísimo por su aparente cercanía con el Poder Ejecutivo, hay que reconocerle que se posicionó siempre del lado de las minorías y las libertades.
Abrazó las causas progresistas y defendió principios básicos para cualquier sociedad que aspire a ser moderna.
En el mismo sentido ha avanzado la ministra Piña durante su paso por la Corte que inició en el 2015 a propuesta de Enrique Peña Nieto.
Votó en contra de la militarización de la seguridad pública, a favor de permitir el uso recreativo de la mariguana, a favor de eliminar la prisión preventiva oficiosa y a favor de la despenalización del aborto.
Con su postura respecto a esos cuatro asuntos, ha dejado claras sus convicciones, las mismas que reiteró en su mensaje tras convertirse en la primera mujer presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal.
Una buena noticia, por donde se le vea.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES
