La elección extraordinaria para el escaño del senado vacante tras la trágica muerte del doctor Faustino López ha pasado prácticamente de noche para la clase política tamaulipeca y para el electorado en general.
El proceso de selección de los candidatos (en Morena) si despertó los ánimos de los grupos políticos estatales, y en su momento generó el escepticismo (más en los morenistas) la posibilidad de un resurgimiento de Cabeza de Vaca como candidato o suplente.
En el primer escenario, los tres gallos que fueron seleccionados desde el Comité Ejecutivo Nacional de Morena desfilaron entre choques de intereses de sus grupos más fuertes y tras la selección de José Ramón Gómez Leal, el grupo de Matamoros encabezado por el alcalde Mario López guardo silencio, y en el caso de Erasmo González Robledo cumplieron con la misión asignada por el secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández.
En el caso del PAN, la preponderancia de cabecistas con la capacidad de financiar la elección fue un factor clave para la elección de Imelda San Miguel como la abanderada, pese al desastre que ha dejado a su paso en el Congreso del Estado por sus constantes atropellos a la vida institucional del estado.
Como comodín y tercer candidato, Manuel Muñoz Cano tuvo que acatar las ordenes dictadas desde el PVEM a nivel nacional y es el Lobo Solitario con una candidaturas difícil casi imposible de financiar y sin el margen de maniobra con el que operó cuando abanderaba otros colores.
Aunque José Ramón Gómez Leal puede presumir una amplia lista de seguidores en sus diferentes plataformas de redes sociales y el respaldo de un ejército de Servidores de la Nación a los que formó y sigue (al parecer) controlando, su presencia en la opinión pública en general es nula principalmente a su imagen introvertida que no se puede explotar en la calle, una de las principales armas utilizadas por Morena.
La siembra de espectaculares es evidente en cada uno de los candidatos, pero sus acciones de campaña se limitan a reuniones escuetas, sin aglomeraciones y una asistencia de propios y extraños, obligada, casi de trámite.
La poca efervescencia política generada por las campañas muestran y comprueban un solo aspecto: que la fortaleza real de Morena en todo el país es la presencia de Andrés Manuel López Obrador al menos en su injerencia, y el cansancio que dejó en general todo el clímax político detonado por cabecistas y morenistas en la elección para la gubernatura ganada por Américo Villarreal.
Pero también demuestra un hecho que se traduce en un absurdo: la poca necesidad de realizar un proceso sólo por respetar una Ley que en su momento debería de ser sometida a un minucioso análisis primero por el gasto innecesario en su realización y sin afán de hacer pronósticos adelantados, por el poco nivel de participación que tendrá en su momento.
El proceso de selección de candidato dejó grietas en la frágil conformación y unidad de Morena, dejará en evidencia que el PAN sin el fenómeno del cabecismo (ya expirado) no cuenta con la suficiente fuerza y dejará en claro una vez más que partidos como el PRI, PVEM, PT y MC sobreviven y son conducidos por un grupo de personajes que tomaron su participación en los procesos electorales como parte de sus ingresos.
Tras la elección, gane quien gane, quedará claro que las prioridades del gobierno Federal, del estatal y en general del morenismo o panismo son otras que tienen miras a la joya de la corona: 2024.
La elección por llevarse a cabo no será un laboratorio ni una muestra de nada, sólo dejará en evidencia que a veces la Ley no es práctica y deja lagunas para realizar procesos sin sentido, y sin interés alguno, sólo para las camarillas.
Y tras su conclusión la vida seguirá, y gane quien gane su fuerza tendría que ser probada de nuevo en otro proceso que no sea más allá de un simple espejismo.
Por Alfonso García
@pedroalfonso88