VICTORIA, TAM.- Todo empezó en febrero de 2020, cuando el caminante decidió “echarse la soga al cuello” con un crédito de nómina para comprar un auto de medio uso.
El trámite para conseguir el dinero en un banco fue relativamente sencillo, lo que fue más difícil es decidirse por qué tipo de auto comprar.
Después de platicar con mecánicos, empleados de refaccionarias, ‘carreros’, amigos y conocidos, llegó a la conclusión de que lo más recomendable era hacerse de un carro de fácil mantenimiento.
Dinero en mano adquirió un Nissan Sentra del año 2001 de procedencia americana, que en aquel entonces le costó 28 mil pesotes.
El motor sonaba ‘parejito’ y presentaba uno que otro detalle estético.
A los 15 días acudió a un taller mecánico para darle un ‘cariñito’ a su coche recién comprado.
Cambio de aceite con filtro, balatas, bujías y líquido refrigerante.
Al momento de echarlo andar ocurrió el primer ‘susto’: el coche perdió potencia y se ‘pedorreaba’.
El Caminante que sabe muy poco de mecánica automotriz anduvo ‘sonseando’ unos días hasta que supo que era necesario quitarle el catalizador trasero al coche y sustituirlo por un tramo de tubo.
Eso fue solo el principio. Aquel carro de 20 años de edad se convirtió en su dolor de cabeza.
Poco después al necio auto se le dio la gana no encender. Tuvo que acudir un experto que usando escáner y computadora determinó qué pieza estaba fallando.
Una serie de sensores empezaron a fallar: el del árbol de levas, de posición de cigüeñal , de oxigeno etc.
Tiempo después tocó el turno al repuesto de la bomba de gasolina (que por cierto falló y fue un rollo exigir la garantía) y hubo necesidad de cambiar la bomba completa, además de una manguera que va de la toma de combustible al tanque.
Unos meses jaló bien el Sentra hasta que circulando por el 8, el pedal del clutch se sumió hasta tocar fondo.
Afortunadamente el taller del buen Alejandro, que en paz descanse, se ubicaba a solo dos calles. – ¡Uy no compadre! – dijo Alejandro al Caminante – traes este carro bien jodido, de verdad que eres bien lumbre.
– Ya no me regañes compi, mejor dime qué le hacemos al ‘poderoso’ pa’ echarlo a andar – respondió el vago reportero.
– Pues este carro lleva dos bombas del clutch, y se jodió la de arriba, pero yo te recomiendo que de una vez cambies las dos.
Un carro de más de 20 años es mejor tratarlo con mucho cariño o te va a meter en problemas.
El Caminante siguió el consejo. Poco después, tras caer en uno de esos mega baches “que en Ciudad Victoria casi no hay”, una de las horquillas de los neumáticos del frente ‘tronó’ asi como una vieleta y un tornillo estabilizador.
Al meterlo a reparación el Caminante aprovechó para meterle nuevos bujes y cambiar un ‘tacón’ del motor.
El coche ya no sonaba como sonaja cada que brincaba un tope. No habían pasado ni tres meses cuando una noche al regresar a casa el indicador de la temperatura se empezó a elevar.
El asunto resultó en que hubo necesidad de ‘sondear’ el radiador y comprar otro tapón para el mismo, cambiar la bomba del agua, el sensor de temperatura dos mangueras y el depósito de líquido refrigerante.
Aunque el coche no se calentó en exceso los cambios de temperatura derritieron el empaque de la tapa ‘de las punterías ‘ y se le reemplazo, y se aprovechó para cambiar nuevamente bujias, filtro de aire y lavar los inyectores.
Al entregarle el Sentra al Caminante Miguelón, uno de los mecánicos de ese taller le advirtió al Caminante que ya era necesario ponerle otros amortiguadores traseros al coche.
Como cosa ‘hecha adrede’ al poco tiempo, cuando el andarín escribidor llevaba al trabajo a su domadora se escuchó un fuerte ‘tronido’ y el viejo carro se sintió más bajo.
Uno de los resortes se rompió. ‘Adiós aguinaldo’ pensó el Caminante, ¡y tanto que lo había andado cuidando!
El viejo Nissan Sentra tuvo que regresar al taller a inicios de este año. “¡Se me hace que tu carro está embrujado compadre!” dijo entre carcajadas Alejandro, que en Gloria esté, hace años al Caminante.
Lo insólito de todo esto, es que el auto que el vago reportero compró hace tres años en 28 mil pesos, actualmente se cotiza hasta en 35 mil pesos, es decir, se apreció más de un 30%.
Esto a raíz de la euforia provocada por el decreto de nacionalización de vehículos, emitido por el gobierno federal. Habrá muchos quienes le hacen ‘el fuchi’ a los carros americanos y se preguntan porqué los tamaulipecos seguimos comprando “chatarra americana”, y la respuesta es muy simple: porque no alcanza para hacerse de uno nuevo en México.
Llegará quizás el día en que sea posible comprar un auto en el mercado nacional, pero hasta entonces, carreros y coyotes seguirán despachándose con la cuchara grande en los tianguis de autos del estado. Demasiada pata de perro por esta semana.
Por Jorge Zamora