El sistema político tamaulipeco, seguirá por un largo tiempo, mostrando sólo dos polos políticos: el PAN y sus aliados y MORENA y sus coaligados. En ese proceso, cada vez se irán achicando aún más, el PRI, el PRD, el PT, el Verde y Convergencia. El ir como bloque, sólo proporcionará vigor, a quien encabeza esa unión; el chiquiteaje, continuará en su proceso de enanización, por su rol poco protagónico en las contiendas electorales.
En el bando que capitanea el guindo, sus compañeros de viaje –PT y el PV– no han mostrado una presencia relevante en el estado; han venido actuando en los recientes comicios como parásitos del lopezobradorista: carecen de estructura, no tienen cuadros y lo peor: los niveles competitivos de sus dirigentes, son evidentemente menores.
Se puede decir, que el verde, está sobre representado en la administración de Américo Villarreal Anaya; en campaña poco se les vio, y escasamente se mostraron en la contienda. Acaso el mayor aporte, haya sido la presencia del dirigente estatal en los mítines de AVA.
De ahí en fuera: nada para comentar; nada para recordar.
El PT, de partido testimonial, ha pasado a ser partido rémora del lopezobradorismo. Sin una red influyente de militantes en la entidad, y con escasos dirigentes, es el vivo retrato de una agrupación política que se subió al tren de la IV T, para sobrevivir y para disfrutar de algunos espacios en las administraciones morenistas.
De los socios políticos del PAN se pude decir casi lo mismo: el PRD y el PRI, se pusieron bajo la sombra azul, para no fenecer y para tratar de alargar su agonía ante la acelerada pérdida de consensos entre los ciudadanos.
Tanto el Sol Azteca como el institucional, perdieron cuando se inclinaron hacia la derecha. El PRD, que se presume de izquierda, al abrazar el proyecto derechista de los azules, hizo que importantes grupos de perredistas se sumaran a MORENA. El resultado: un partido amarillo, desangrado y desangelado. La coalición con el PAN, no sólo lo pintó de derechistas; también, lo hizo tirarse a la hamaca, olvidando el trabajo de reclutamiento y de capacitación de sus cuadros.
En una agradable zona de confort, el PRD está a un paso de la desaparición.
El tricolor, vive similar proceso de agotamiento del que exhibe el Sol Azteca. La decisión de sumarse a la administración del entonces gobernador, Francisco García Cabeza de Vaca, fue la profundización de su crisis de identidad. Ahora mismo, sigue en la órbita del ex gobernador reynosense, pagando con ello un altísimo costo político.
Ningún partido como el PRI, ha perdido en tampoco tiempo tantos votos en el escenario regional. En seis años, se movió en el tobogán dramáticamente: hace seis años, en la campaña perdida con Baltazar Hinojosa Ochoa obtuvo 550 mil votos; en la elección intermedia del sexenio de Cabeza de Vaca logró algunos 130 mil votos y el desastre, en la elección del año pasado: menos de 40 mil sufragios.
Los dirigentes priistas, habían prometido al candidato panista, Truco Verástegui, más de 100 mil votos y les salieron las cuentas mochas.
La insistencia de los diputados priistas, de seguir de la mano del PAN, les ha cobrado caro. Y les seguirá cobrando, si insisten en mantenerse en la línea de oposición irresponsable y hueca del panismo en el Congreso tamaulipeco.
A estas alturas de la descomposición de los partidos pequeños, es una estrategia envenenada ir en unidad con el PAN o con MORENA.
Aparentemente, podría irles bien; sólo en el sentido de que estarían en las boletas electorales: en el plano de la realidad, los inhibirá y los paralizará.
Los grandes ganadores, seguirán siendo MORENA y el PAN.
Al menos, hasta el 2024.
POR JOSÉ ÁNGEL SOLORIO MARTÍNEZ