Era inevitable, a juzgar por la trayectoria de ambos, por su carácter y también por los puntos de desencuentro que han tenido desde hace unos años: La separación política de Andrés Manuel y Cuauhtémoc Cárdenas era cuestión de tiempo.
En los años en los que el oficialismo tildó a Cuauhtémoc Cárdenas de radical intransigente, hubo quienes compraron esa imagen machacada hasta el cansancio por la narrativa del PRIato en la época de Del Madrid y Salinas de Gortari.
Pero no fue tal y si acaso, Cuauhtémoc siempre ha sido un terco creyente de que el país debía transitar hacia un régimen democrático y tenía que dejar atrás un pasado negro representado por el PRI.
Andrés Manuel, en cambio, desde el inicio de la relación de ambos en 1989 estuvo a la sombra de Cárdenas pero fue tan hábil que supo treparse a la ola de oposición sustentada en movimientos sociales de cierto corte radical, como el navismo. López Obrador fue tomando elementos de aquí y de allá y aderezó su propia fama.
La vida y la política los llevaron por caminos paralelos y aunque hay quienes consideran a Andrés Manuel como el epítome de la lucha democrática de miles de mexicanos durante décadas, la realdad es que está lejos de eso. Ni es el salvador del país ni es un demócrata consumado. Es, sí, desde mi punto de vista un luchador social que trocó su camino y se volvió un autoritario en potencia.
Cuauhtémoc, en cambio, se mantuvo alejado del poder y con su proverbial serenidad, ha sido un observador acucioso de la política, del pretendido nuevo régimen, de sus numerosas omisiones y de sus inocultables peligros.
Hablo de esto porque ayer, Andrés Manuel tuvo uno de sus típicos lances verbales en contra de quienes no coinciden con él, al decir que Cárdenas se había colocado en el escenario político como un abierto adversario a su proyecto, por el simple hecho de que en una etapa inicial del proyecto Colectivo por México atendió la invitación para compartir experiencias y observar el proceso de integración de ese frente ciudadano que busca alternativas al rumbo del país.
Fiel a su estilo, López Obrador lanzó dentelladas verbales y de paso, alentó a las furibundas hordas digitales que actúan acompasadamente a sus señales mínimas. En los foros virtuales muchos se ensañaron con Cuauhtémoc y dieron ciegamente la razón al Presidente, a pesar de que ostensiblemente actuó con perversidad.
Claro, Cuauhtémoc se deslindó pronto de Colectivo por México y no porque tema a la ira de los seguidores de Andrés Manuel, sino porque desde hace tiempo ha mantenido una distancia prudente respecto a ese grupo de la sociedad civil. Y bueno, o López Obrador ignoraba eso -cosa impensable- o bien, con toda la intención malsana lo sacó a colación y le colocó la etiqueta de adversario, para que a partir de ahí sus seguidores crucificaran a Cárdenas.
Lo de ayer no fue la ruptura per se, sino una muestra evidente de que las cosas ya venían deteriorándose en los últimos años por las diferencias en el concepto de proyecto de Nación, por los magros resultados y por el discurso de polarización que solamente ha conseguido profundizar las diferencias y las han llevado a un terreno en el que no cabe la reconciliación social tan fácilmente.
La ruptura de ambos personajes puede ser considerada como algo trágico para la izquierda mexicana, pero yo difiero de eso: Me parece más bien que era necesaria, que era urgente y que era inevitable.
Es inconcebible para quienes hemos visto durante años cómo millones de mexicanos han entregado sus esfuerzos, su trabajo, su voluntad, su libertad y hasta su vida a la democratización del país, que una figura como Cárdenas se mantuviera impasible ante lo que está haciendo mal Andrés Manuel:
No se trataba de derrocar al viejo sistema para que llegaran otros y repitieran los viejos vicios y con los mismos elementos nocivos del PRIato, se trataba de iniciar un amplio movimiento social que lograra la justicia social teniendo como base un gobierno democrático, honesto, responsable.
¿Que si en lo personal me alegra este quiebre? Por supuesto. Soy de quienes piensan que México puede transitar sin un Andrés Manuel obsesionado con el protagonismo, pero no sin un Cárdenas sostenido firmemente como el principal referente de la lucha democrática, sensato, prudente e inteligente. Habrá quienes piensen diferente y eso es respetable. Cada quien es libre de hacerlo.
ESCOTILLA
En 15 días terminan las campañas por la senaduría vacante y aunque los tres candidatos han estado haciendo lo que creen mejor para llevar sus mensajes y pedir el voto de los ciudadanos, quizá la parte más importante está a cargo del INE.
El Instituto Nacional Electoral (INE) ha avanzado mucho en la preparación de los comicios y en esta etapa está terminando la capacitación de quienes serán funcionarios de casillas. El trabajo ha sido intenso por la premura con la que se tuvo que organizar la jornada electoral, pero tanto capacitadores electorales como supervisores hace una labor encomiable.
POR TOMÁS BRIONES
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