Conocí a Esteban Fuentes Salazar hace más de 25 años, cuando era un alto ejecutivo de Grupo Tampico. De entonces a la fecha, mantuvimos una comunicación constante, que pasó de lo profesional a lo personal.
Me honró con su amistad y consideraciones. Era un hombre sencillo, que siempre daba consejos. Era una gran persona y un excelente amigo. Nuestro trato se inició por motivos profesionales, por la información que buscaba para las secciones de negocios que me tocó encabezar durante más de dos décadas. La amistad surgió naturalmente.
Siempre amable, atento, servicial, gustaba de mantener un perfil discreto en lo profesional como en lo personal. Solo cuando uno le preguntaba accedía a hablar de su labor social, siempre callada. Y pedía que preferentemente no se difundiera. A él le gustaba hablar de su historia de vida, de esfuerzo, trabajo y dedicación. De su madre y sus hermanos, de lo orgulloso que estaba de sus hijos, de su esposa, de su propia familia.
La última vez que lo ví fue hace un mes y medio, cuando desayunamos antes de la Nochebuena. Fue una charla larga, amena, de recuerdos y de buenos deseos mutuos. De planes para este año y de intercambio de información. Nos despedimos sin saber que sería la última vez que lo vería en persona.
Ayer por la mañana falleció tras una larga batalla. Fue una etapa muy dura para él, su familia y sus amigos. Es una noticia lamentable porque Esteban era un gran ser humano, un profesional en su trabajo, una persona que sabía que a esta vida tenías que venir a servir y a dejar una huella en tu paso por la tierra.
Los últimos años, Esteban Fuentes Salazar trabajó en Grupo Garel, en donde aportó su experiencia para una de las etapas de expansión y consolidación más recientes de la empresa. Antes, toda su vida trabajó en Grupo Tampico en donde ocupó posiciones de alto nivel, hasta su jubilación.
Pero también fue presidente del Club Rotario Tampico Campestre, padrino de muchos nuevos socios, presidente del Consejo Directivo de la Cruz Roja, Síndico Municipal, benefactor de numerosas instituciones asistenciales como Cáritas de Tampico y maestro durante más de 45 años en la UAT, el Tec de Monterrey, la prepa Madero y la Universidad del Noreste.
Hay muchas personas que lo recuerdan en sus diferentes etapas, en distintos años en los que les tocó conocerlo y trabajar con él. El común denominador que destacan en él es la amabilidad y la sencillez que le caracterizaron siempre, su disponibilidad de ayudar y la acción que tomaba. Esteban Fuentes era un hombre agradecido con la vida y con Dios y en consecuencia, así actuaba.
Siempre preciso y puntual en el consejo y en el mensaje de la gratitud. Recuerdo la única entrevista formal, emotiva y muy personal que dio, fue en 2019 en la que rememoraba el fallecimiento de su hermano Víctor, su propia enfermedad y cómo la había ido superando. También del inmenso amor por su madre, del orgullo por su hermano Luis y por sus hijos. Y hasta la última conversación, siempre fue así.
“Lo mejor de la vida no se cuenta, se vive”, me dijo en aquella entrevista de 2019. Creo que en su caso, sí hay que contar su historia personal y profesional de superación, de trabajo por la comunidad y de gratitud.
Ayer dejó este mundo terrenal y estoy seguro que descansa en paz. Aquí, muchos lo recordaremos con cariño, gratitud y respeto a su historia de vida, lamentando su partida.
Varias generaciones de estudiantes universitarios en la UAT, el Tec Monterrey y la UNE, así como en la Preparatoria Madero pueden constatar su don de gentes, su profesionalismo. Empresarios, profesionistas, trabajadores y ciudadanos e integrantes de las agrupaciones en las que participó, tienen el mejor recuerdo de él.
Ayer por la tarde, en la funeraria, integrantes del Consejo Directivo, del grupo de Damas Voluntarias y paramédicos de la Cruz Roja Mexicana le rindieron un sencillo y emotivo homenaje con un minuto de aplausos, uno de silencio y uno de sirenas sonando, mientras hacían una valla de honor.
Era mi amigo y creo que el adiós que mejor puede honrar a Esteban Fuentes es recordarlo como la persona sencilla, amable, profesional, honesta, trabajadora y entregada a dar a los que menos tienen. Descanse en paz.
POR TOMÁS BRIONES
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