Hay pocas dudas sobre quién ganará la elección del 19 de febrero.
Todas las encuestas que se han levantado en las últimas semanas dan como ganador a José Ramón Gómez Leal, a Imelda Sanmiguel como el segundo lugar y a Manuel Muñoz Cano en tercero.
Es además, lo que dicta la lógica: Morena conserva la inercia ganadora del 5 de junio cuando Américo Villarreal Anaya obtuvo más de 700 mil votos en las urnas.
El PAN también padece todavía los dolores de la vapuleada que recibió el año pasado y se ha topado ahora con la fría realidad: sin recursos, sin instituciones para presionar a opositores, y tan lejos del ánimo ciudadano, era una misión imposible que su candidata remontara en las preferencias.
Con el podium prácticamente definido, en todo caso será interesante reparar en el detalle de las cifras que arrojen los cómputos la semana próxima.
Sería ingenuo pensar que la participación ciudadana siquiera se acercará a la de la elección por la gubernatura.
Esta contienda extraordinaria no ha despertado el menor interés entre la población, que en su mayoría incluso desconoce que el domingo habrá una nueva jornada electoral.
Lo que sí podrá medirse será la capacidad de unos y otros para movilizar a sus estructuras.
Si bien es injusto exigir a JR resultados comparables con los que obtuvo Américo Villarreal, sí puede plantearse como un objetivo incrementar la diferencia porcentual que obtenga sobre la alianza PAN-PRI-PRD.
Con un panismo tan maltrecho, un priísmo ajeno y un perredismo inexistente, la alianza de Morena y el Partido del Trabajo no debería tener mayor problema en poner hasta dos dígitos de distancia entre ellos y el segundo lugar.
La lucha de Acción Nacional es otra.
Con el evidente desánimo de los liderazgos regionales para apoyar a una candidata tan identificada con el cabecismo, quienes apostaron por Imelda tienen la dura tarea de no hacer el ridículo en la elección.
Una diferencia abrumadora en favor del ganador aceleraría el proceso de ruptura que ya sufre ese partido y que cada día se agrava.
Habría más razones para que sus detractores, que son muchos, exijan la salida de Luis René Cantú “El Cachorro” de la presidencia del Comité Directivo Estatal del PAN.
También serían más sonoras las voces que reclaman que Ismael García Cabeza de Vaca saque las manos del partido.
El Verde Ecologista tiene poco que perder porque en su última participación con algunas candidaturas propias -la del 2021- cuando Ricardo Gaviño todavía lo regenteaba, los resultados fueron muy malos.
Manuel Muñoz Cano también tiene su propia meta: obtener un porcentaje de votos decoroso que le permitan maniobrar una nueva alianza de cara a la elección del 2024, con acceso a candidaturas más relevantes.
Por lo pronto hoy los candidatos terminan sus campañas, conscientes los tres de que la elección del domingo es apenas un escalón para lo que viene el próximo año.
Por Miguel Domínguez Flores