La suspensión emitida por el juez de distrito Faustino Gutiérrez Pérez que anula la orden de aprehensión en contra del ex gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca otra vez revive los ánimos alterados que prevalecieron por una buena parte de 2022. Pero ahora el cazador es la presa.
Y aunque el ex mandatario celebró con bombo y platillo, corneta y matraca la resolución, nada está aún dicho y los grandes afectados por la absolución plena del reynosense son los panistas que intentaban sacudir al cabecismo del partido.
La lección no la aprendió el ex gobernador y terminará por sepultar a su partido tal como ha sucedido en los últimos tres procesos electorales.
Basta hacer un recuento de lo sucedido el año pasado.
La campaña de César Verástegui fue un híbrido de fuerzas políticas con predominancia priista y un sector del panismo poco relacionado, al menos directamente con el cabecismo.
Los eventos multitudinarios fueron cuestionados pero tenían su efecto, la operación de la vieja escuela priista aunque rudimentaria, sirvió para ganar adeptos, principalmente de fuerzas políticas y de un electorado poco identificado con Morena y la 4T.
Pero bastó el primer debate entre los entonces candidatos para despertar la furia del entonces mandatario estatal y ejercer su protagonismo y ‘liderazgo’, pero no en favor de su candidato, sino en contra de las figuras morenistas en ascenso, sobre todo los alcaldes y las figuras más relevantes de Morena.
La polarización que se dio producto de la persecución política vulneró la vida pública del estado, el abuso de poder degradó a las instituciones de justicia y dinamitó cualquier posibilidad de conciliación entre fuerzas políticas antagónicas y así lo llevó a cabo hasta el último día de la administración cabecista.
Aunque César Verástegui, obtuvo una significativa votación, en gran medida como consecuencia de una guerra de lodo que fue orquestada por personajes ajenos a su equipo formal de campaña.
Su salida de la escena política se había dado unos días antes de la misma elección. Si el Truco dio la cara en los días y semanas posteriores a la elección, lo hizo más por respetar la coyuntura que por un afán de lograr la impugnación.
Los meses de transición que no se apegaron a una transición legal y pacífica y se dieron entre impugnaciones, degradaron al poder saliente, pero el precio más caro lo pagó el Partido Acción Nacional.
Y es fecha en la que sus grupos políticos no logran consolidar la reestructuración, figuras sin ningún respaldo y que han dejado muy pobres resultados como Luis René Cantú siguen a la cabeza, y ahora con Francisco Javier a salvo de procesos legales, los panistas inconformes que intentaban tomar las riendas tendrán que trabajar más duro para limpiar al partido..
Mientra la 4T en Tamaulipas se asienta y recupera poco a poco los espacios de poder secuestrados por un grupo de panistas ahora casi extintos, hechos como el round ganado por el ex gobernador demuestran también la vulnerabilidad de las instituciones de justicia y en el estado por la falta de profesionistas con solvencia moral, honestidad y profesionalismo.
Y si bien Cabeza de Vaca juega al ‘atrápame si puedes’ desde Dallas, Texas, su partido vuelve a encender las alertas ante la posibilidad de una ruptura total entre el cabecismo y los panistas que lo detestan pero hasta el momento habían llevado la fiesta en paz
La cuestión es que ya no cuenta con el poder absoluto que le otorgaba su investidura y su partido a nivel federal enfrenta la peor crisis por el descrédito que le dejó la sentencia a García Luna, escándalo que destruyó su principal narrativa: la guerra contra el narcotráfico.
Y queda también expuesto por haber pertenecido a la élite política del calderonato, ahora con muchas cosas por aclarar, y por sus pendientes con la justicia tanto local como federal.
Fue una victoria ocasional y pírrica la del ex gobernador. Pero las fallas del morenismo y los espacios vacíos que dejan a merced de propios y extraños puede provocar que las cosas se compliquen.
Y vaya que tienen todo el aparato del Estado para evitarlo.
Por Alfonso García Rodríguez
@pedroalfonso88