23 abril, 2025

23 abril, 2025

Doña Lucha y su razón de vivir

Un insensible humano logró cortar de tajo los días felices de una anciana, y eliminó a su única compañera

VICTORIA, TAM.- Doña Lucha se hallaba sentada en la cancha, junto al salón de usos múltiples de esa colonia de la periferia. A sus 82 años, la señora aun se conservaba lúcida y con energía suficiente para aguantar el ‘trajín diario’.

Sin embargo, ese jueves la doñita se notaba un tanto agotada, con la mirada perdida en el horizonte.

Sus manos arrugadas se descolgaban de sus brazos, como cayendo cansados.

Se le miraba desaliñada y triste, con la espalda encorvada y sin ánimos.

El Caminante pasó por ese lugar a bordo de su viejo Sentra, de camino a la zona centro alrededor de las 9 de la mañana, y notó la presencia de Doña Luchita.

Ya al mediodía, el vago reportero regresaba ‘al barrio’ y se sorprendió al ver que la señora todavía estaba ahí sentada.

Doña Lucha es una de esas señoras grandotas y de complexión robusta, ‘caballonas’ decía la señora refiriéndose a ella misma.

Nacida en Nueva Rosita, Coahuila, Doña Lucha emigró a la capital tamaulipeca en la década de los setenta, acompañando a esposo, ahora finado, un sargento del ejército.

Tuvieron solo un hijo, Rodrigo, que siguiendo los pasos de su padre se enlistó en la milicia, donde consiguió el grado de Cabo del Ejército.

Lamentablemente el hombre murió en Guerrero, cuando el batallón del que formaba parte realizaba tareas del plan DNIII-E aplicadas tras el paso del huracán Paulina.

Doña Lucha, haciéndole honor a su nombre, no se dejó abatir por la tristeza y se mantuvo ‘al pie del cañón’ los años siguientes.

Tiempo después, su sobrina Zelideth le haría uno de los regalos más bellos de su vida: una gatita color gris y enormes ojos azules.

La señora la llamó ‘Pitufina’. Con el tiempo Doña Lucha y ‘Pitufina’ llegaron a ser una mancuerna conocida: todas las mañanas se les veía caminar la media cuadra de distancia entre su casa y la miscelánea de Doña Tere.

La gatita color gris saldría en un par de ocasiones con su ‘domingo siete’, por lo que su dueña tomó la decisión de esterilizarla.

Corrieron los años, quince para ser exactos, durante los cuales ‘Pitufina’ se convirtió en el apoyo y complemento emocional para la anciana, pues prácticamente hacían todo juntas, desde cocinar, bordar servilletas para las tortillas, lavar, tender y hasta ver la novela de moda.

Una de las peculiares ‘gracias’ de ‘Pitufina’ era que solía responderle con un maullido toda vez que su dueña le hablaba.

Era una especie de diálogo de madre e hija. Fue una época dorada en que la mujer de la tercera edad y su gata se ganaron el corazón de los vecinos, quienes asombrados miraban cómo la mascota reconocía la voz de su ama, y que obedecía cada advertencia que le hacía.

‘Pitufina’ cumplió 15 años el pasado 6 de enero, y como en casi todos los aniversarios pasados, ‘festejaba’ su día con un buen trozo de rosca de Reyes, y aunque nunca le tocó ‘monito’ siempre reclamaba una segunda porción.

El Caminante se acercó a Doña Lucha y le preguntó como se encontraba. – ¡Ay vecino! ¿pues qué le diré? ¡ahora sí me quedé solita en el mundo!- lamentó la señora limpiándose las lágrimas con una servilleta. – Cálmese Luchita, ¿pues qué le pasó? – preguntó el Caminante. – Mi ‘Pitu’ …¡mi Pitufina se me murió! -dijo sollozando la señora. – Pero cómo va a ser …si todavía ayer la vi sentada en el sillón frente a su casa. ¿ya estaba muy viejita? – Nombre vecino ¡me la envenenaron! – No me diga eso Doña Luchita. – Si, apareció ahí a un lado de la lavadora, tenía espuma en la boca y los ojos bien sumidos.

– Lo siento mucho, ¡qué gente tan horrible! – exclamó el Caminante – si quiere yo la ayudo a poner la denuncia para que castiguen al carajo que hizo esta canallada. – ¡Uy vecino, pero eso no me va a devolver a mi ‘Pitu’ …yo no sé cómo voy a poder vivir sin ella, que era toda mi adoración. – No se me achicopale vecina, de todos modos la gatita ya estaba grande, véalo por ese lado. – Si, tiene razón – suspiró la señora – secándose las lágrimas – pero créame que me duele aquí, ¡aquí en el corazón! saber que ya no la voy a volver a ver ni a acariciar, ni a escuchar sus maullidos para que le dé su atuncito.

Doña Lucha se levantó poco a poco, y por un momento intentó borrar esa tristeza de su rostro para despedirse del Caminante. Sus pasos lentos, haciendo ese ruido característico cuando arrastra las sandalias se fue alejando poco a poco.

Así como la ‘Pitufina’ muchas mascotas son el apoyo emocional de cientos, miles de ancianos. La persona que cometió ese crimen, no se puso a pensar que no se estaba ‘deshaciendo’ de un simple gato, sino de las ganas de vivir de su anciana dueña. Demasiada pata de perro por esta semana.

Por Jorge Zamora

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