El Caminante se topó con Francisco, quien descendía de un microbús. – ¡Qué pasó mi Paco ‘pacorro’ cuánto tiempo sin verte! – ¡’Queabidoooo’! – saludó Paco – pues aquí mano, voy a un mandadito aquí al centro. – ¿Te mandó tu ñora a hacer la despensa? – preguntó el Caminante. – Nombre bueno fuera, voy a un negocio de esos de bienes raíces. – Ah caray, ¿andas interesado en algún terrenito?
– La verdad y aquí entre nos, quiero vender mi casa. – ¿Tu casa? ¿vender tu casa, mi Paco? ¿y eso? ¿andas mal de lana? – No carnal, a ti si te puedo contar lo que me pasa. El Caminante y Francisco se sentaron a platicar en la plaza del 8.
– Lo qué pasa es que ya no quiero vivir en esa colonia. – ¿Y eso? ¿batallas con el agua o se inunda? – Nada de eso – respondió Paco y encendió un cigarro – es que ya no soporto a los vecinos.
– ¿Tan mal esta la cosa? – La verdad si, ya tengo años lidiando con este problema y la verdad no se ve que vaya a mejorar.
– ¿Pero qué paso, te peleaste o cómo estuvo? – Pues poco ha faltado, pero precisamente por eso ya no quiero vivir ahí. Todo empezó hace tiempo con una familia que vive a media cuadra, una de esas familias ‘muégano’ que viven todos amontonados en un solo solar. – Oh si, ya he conocido familias como esa.
– Al principio eran cosas pequeñas, ya sabes, que se pelean entre ellos y hacen un escándalo, pero pues eso es hasta cierto punto normal, lo que sí es bien incómodo, es que cada fin de semana hacen sus pachangotas en la calle, sacan la bocina y ponen la música a todo volumen, a veces hasta el amanecer. – ¡Jijos! esos nunca faltan – dijo el Caminante.
– Luego ya bien pedos se andan ‘pezcueceando’ unos con otros, se pone bien dramática la cosa. – Déjalos que se den en la madre entre ellos, mientras a ti no te afecten.
– Pues sí me afecta, uno, por el ruidazo hasta la madrugada, y dos, porque la otra noche uno de ellos sacó una pistola, y la tronó ahí en la calle a 20 metros de mi casa.
– Ah no, entonces si hay un problema ahí, pero fuera de los escándalos y pedas de banqueta, ¿todo lo demas bien? – Un día los vi cargando una puerta, y pues no me pareció raro, pero al día siguiente volvieron a pasar con un sanitario, y al día siguiente con una tarja y un lavabo. – ¡Achis! ¿se volvieron plomeros o qué onda? – Nombre, resultó que estaban desvalijando una casa abandonada de ahí mismo de la colonia, ¿y sabes qué es lo peor? que lo hicieron a plena luz del día, los demás vecinos de la cuadra se enteraron de todo. – Eso si es ser descarado, mi Paco.
– Nombre, espérate, esa fue solo la primera casa, luego se metieron a otras dos, igual, a plena luz del día. Yo mejor puse cámaras y reflectores en mi patio, y otros vecinos también.
– Bueno, eso se comprende. – Lo mas cínico del asunto fue, cuando se metieron a robar otra casa, se llevaron los muebles de jardín y un asador, el dueño de esa casa es un viejito, y les fue a reclamar, una de las tías de esos vatos se puso muy indignada, diciendo que ellos no eran rateros que no tenía necesidad de robar, y el ‘don’ que le muestra las grabaciones de la cámara se seguridad en su teléfono, nombre, se morían de la vergüenza y tuvieron que regresar lo que se habían robado.
– ¿Y ya le pararon a su rollo? – Luego un día trajeron un carro y lo desmantelaron en menos de una semana, pero taparon la entrada al solar con tarimas y cartones para que nadie viera. – ¡Uy no! mala señal. – Si, lo sé. –
Oye Paco, Y a todo esto, ¿por qué desde el principio nadie le habló a la policía? – Claro que le hablamos al 911, pero de todas las veces que hicimos el reporte, literalmente nunca mandaron a la patrulla, la operadora solo nos dice “voy a pasar el reporte a la corporación” pero ya todos sabemos que a mi barrio la patrulla nunca entra.
– ¿Y ya no insistieron? – Yo una vez hable con un ‘estatal’ y me dijo que para que la patrulla pudiera hacer rondín por esa colonia había que meter un escrito allá en el complejo de seguridad.
– Mta, maldita burocracia. – Si, yo por eso me di por vencido, y mejor me voy a cambiar de colonia. Ya estoy hasta la madre.
Paco y el Caminante se despidieron, ojalá que se arregle su bronca, o como él dice “que el 911 deje de ser una tomada de pelo”. Demasiada pata de perro por esta semana.
Por Jorge Zamora