En las dos primeras semanas de marzo del 2020, apenas se vislumbraba los preparativos para la celebración de semana santa, lo que marca el inicio de una “fiesta” para la región costera de Tamaulipas
Se jugaban las primeras apuestas sobre el aforo del “playazo” y los artistas que asistirán a los foros. La vida marchaba como siempre entre las charlas del calor y los “nortes” que suelen arruinar las festividades religiosas y recreativas.
En Asia, las cadenas internacionales relataban día por día cómo crecía el número de infectados por el virus SARS-CoV-2. En México las autoridades de salud se preparaban y en Tamaulipas reinaba la incredulidad.
Las imágenes en las plataformas de Internet, mostraban las principales ciudades en China desoladas por el confinamiento obligado. Poco o nada se sabia de la nueva enfermedad.
La primera oleada cobró cientos de vidas en la región asiática , Europa también anunciaba las primeras acciones para enfrentar la situación. La OMS advertía “prepárense para lo peor”.
El 18 de marzo por motivos que aún la mayoría de los ciudadanos no comprendía, fueron restringidos los accesos a los hospitales y unidades de atención médica en los 3 municipios. El personal de salud sabía algo y se “atrincheró”.
Ese mismo día un mensaje oficial :
“El Gobierno del Estado confirma el primer caso de COVID-19 en Tamaulipas. Un paciente de Malasia”. La noticia fue tomada con calma.
El “puente” se hizo efectivo y se anunció el paro de actividades correspondiente al natalicio de Benito Juárez.
“Nos vemos el 22 de marzo”. se leía en los grupos de WhatsApp de las escuelas de todos los niveles.
Muchos comenzaron a peregrinar en las carreteras para aprovechar el tiempo y visitar otros estados para relajarse, tras el invierno, sin saber que quedarían ‘atrapados’ varios días.
El 23 de marzo a nivel nacional se anunció el inicio de la primera fase de salud para enfrentar la pandemia. Nació “Susana Distancia” y todo era risas y burlas por el personaje que advertía sobre las acciones a seguir.
Por decreto se restringieron las actividades esenciales por dos semanas y todo indicaba que no pasaría de ese término.
Vacaciones -dijeron todos-. “Nos vemos en dos semanas en la escuela, chicos” texteaban los profesores.
Entre los habitantes de la región se alimentaron historias que relataban el horror y pesimismo que ya corría en notas informativas de China, en las que daban cuenta de cientos de muertos , de cadáveres abandonados en las calles, de hospitales saturados.
LA INCREDULIDAD
En la zona, la vida jocosa y alegre de los sureños no podía permitirse esas restricciones anunciadas repentinamente.
Tras el primer caso se había detectado en la zona y lo que habría de venir ni siquiera se podía imaginar.
“nambre, ese es puro cuento del gobierno. ¿Para que nos quieren tener encerrados?. Ni, pasa nada”, Namas tan inventando puras chingaderas para seguir robando” se escuchaban las voces generalizadas de los costeños.
Iniciaban las jornadas de sana distancia, pero no tenía idea de que se trataba.
El sector productivo y comercial atendía las primeras indicaciones y obligaba a sus trabajadores a usar cubrebocas.
Entonces una caja con 50 piezas podía llegar a costar 700 a 800 pesos.
En uno de sus primeros mensajes de la pandemia ,Gloria Molina, explicó que la pandemia apenas comenzaba.
“Vamos a tener varias fases, hasta llegar a tener cientos de casos al día y el número de defunciones se espera que sea alto. Hay que prepararse”.
Durante las primeras dos semanas, el sur tuvo “vacaciones” anticipadas y la ciudadanía salió a pasear, abarrotar los cines, las plazas, la playa. No había (aún) de qué preocuparse.
Los mensajes de “quédate en casa” se hicieron virales y frecuentes.
EL MIEDO
El 3 de abril en el Diario Oficial de Tamaulipas se emitió los lineamientos a seguir para el tratamiento de cadáveres, se prohibieron las ceremonias luctuosas, reuniones y velaciones de cuerpo presente.
“Los cadáveres deberían introducirse directamente en el féretro sin ser embalsamados y dirigirse directamente a un proceso de cremación en un máximo de 12 horas” : el mensaje causó extrañeza.
A partir de ese momento, la vida para los habitantes de la zona sur de Tamaulipas no volvió a ser la misma. El virus SARS-CoV-2 mostraba su verdadero rostro.
La vida jocosa, alegre, jacarandosa. fiestera de amaneceres en la playa, de charlas en la banqueta, de salidas al super , al rodante, al mall, a ver a los padres, a los abuelos, de acudir a la escuela se esfumó tras la emisión del primer decreto.
Las actividades laborales, educativas, comerciales fueron restringidas en su totalidad. El uso de mascarilla es obligatorio en espacios públicos y cerrados.
¿Qué vamos a hacer?, decían los comerciantes, los choferes, los trabajadores que viven el día a día. Incertidumbre, miedo, pánico.
Las escuelas fueron cerradas, oficinas, negocios, edificios de gobierno.
La pandemia “estallaba” en la vida alegre de los Tampiqueños, Maderenses y Altamirenses.
“Mi abuela me contaba de la epidemia que vivió su madre, cuando era chiquita. Dice que se murieron muchos de sus hermanos y ni siquiera los pudieron enterrar”, recordaban los más viejos de la ciudad.
En las plazas , ante la desobediencia fueron instalados cintas amarillas. Los niños y los abuelos se quedaban en casa. Los parques solitarios. Las iglesias están cerradas. La ciudad que “dormía poco” entraba en un letargo del que no había memoria ni registro. Playa Miramar cerrada ¿Había pasado alguna vez algo así?.
Las caras se hicieron largas ante la desolación y la incertidumbre. ¿Qué pasará mañana? ¿El virus está en el aire? El gobierno federal hacía chistes en sus “mañaneras” “Yo estoy protegido”, decía Andrés Manuel López Obrador en cadena nacional.
El transporte público “peleaba” por el reducido pasaje. Autos solitarios en las avenidas. Rostros de preocupación. Miedo.
“¿The Walking Dead en Tampico, Madero? Ante el incierto futuro abarrotaron los supermercados, todo el papel sanitario y el alcohol desaparecieron de los anaqueles y de las farmacias. Los menos afortunados se encerraron en casa mordiéndose las uñas y cocer frijoles y arroz.
Para junio del 2020 comenzaron a cavar fosas en los cementerios de la zona sur de Tamaulipas, ante la posibilidad de un incremento en su demanda.
El cubrebocas se “robó” la sonrisa de los rostros y disimulaba el horror de salir a las calles por el miedo a contagiarse.
PÁNICO: EN LOS HOSPITALES Y CEMENTERIOS
La primera ola llegó y se llevó a sus primeras víctimas mortales, luego la segunda, tercera y se repetía la misma historia.
El personal de salud enfermó rápidamente. La primera línea de “batalla caía” , morían , ante los reclamos de mejores insumos para no contagiarse. Las respuestas fueron tardías o nunca llegaron. Las muertes en el sector salud se cuentan por varias cientos decenas.
Los contagiados comenzaron a saturar los hospitales. El oxígeno se volvió en artículo de primera necesidad. Peleas y largas filas para obtenerlo a un costo al triple.
Las posibilidades de sobrevivir al COVID en esta etapa eran reducidas. Sin un tratamiento, prácticamente estaban condenados. Hombres, mujeres morían reconfortados por médicos y enfermeras, que hacían su mejor esfuerzo por evitar el final.
10 a 15 servicios diarios de la Cruz Roja, Familias contagiadas en su totalidad.
Muerte y desolación traía consigo la pandemia. Tristeza y angustia.
!quédese en casa! , ya no era una recomendación ,era una orden.
No había despedida. No hubo un cierre en las familias. Un ataúd cerrado y algunas horas para sepultarlo o cremarlo. Sin beso en la frente, sin apretón de manos o un “nos vemos pronto”. Se fueron así, luchando por respirar hasta el último momento.
MUERTE
La crisis de salud estaba en su punto máximo tras varias oleadas.
Un congelador de cadáveres fue instalado en el hospital general de Tampico, ante el insuficiente espacio en la morgue. Extraoficialmente se habilitaron bodegas en los hospitales para guardar cuerpos de personas. Las chimeneas de los crematorios de cadáveres reflejaba la tragedia. Dia y noche sin parar escapaba humo negro. El olor a muerte llegaba hasta el encierro de los habitantes del sur.
La muerte disfrazada de COVID, tocaba la puerta del vecino y no había forma de escapar. Los cementerios llegaron a su máxima capacidad.
ESPERANZA
Entre diciembre del 2020 y enero del 2021 se tuvo el pico más alto de la pandemia covid-19 en Tamaulipas. Un año después , en marzo del 2022 se abandonaba la Cuarta Ola y el Comité Técnico de Salud permitía por primera vez la apertura a clases presenciales, que finalmente fueron suspendidas antes del verano.
Sin embargo , la esperanza había llegado. Con dosis de vacunación para la población, había esperanza de salir adelante.
En septiembre del 2022, el COVID y los contagios habían bajado significativamente. Los niños y jóvenes regresaron a las aulas. Se dio por terminado el home office y la vida volvió poco a poco a la normalidad, hasta el día de hoy.
Hace una semana fue anunciado a través de la Organización Mundial de la Salud que en 2023 podría darse por finalizada la Pandemia.
Y aunque se esperaba que luchar contra un virus dejaría una enseñanza entre la humanidad, apenas se alejó el peligro y volvimos a ser los mismos.
Los noticieros dan cuenta de la guerra en Ucrania, de la crisis económica y poco a poco se va olvidando el virus.
Volvimos a las calles como “locos” deshumanizados como siempre. Y olvidamos que estuvimos a punto de morir por un organismo que mide 0.1 micra y que viajó 13 mil 214 kilómetros desde Wuhan, China, hasta la costa sur de Tamaulipas para no marcharse jamás.
El COVID en Tamaulipas causó la muerte de 8 mil 126 personas y afecto a 184 mil 359 personas
En el sur, Tampico acumula mil 74 fallecidos, 27 mil 926 enfermos, Madero 603 fallecidos, 17 mil 254 positivos, Altamira 527 defunciones y 14 mil 630 enfermos.
Datos
- 1ra “Ola” COVID-19 (Semana Epidemiológica 08 a Semana Epidemiológica 39 del 2020).
- 2da “Ola” COVID-19 (Semana Epidemiológica 40 de 2020 a Semana Epidemiológica 15 del 2021).
- 3ra “Ola” COVID-19″ (Semana Epidemiológica 23 a Semana Epidemiológica 42 de 2021).
- 4ta “Ola” COVID-19″ (Semana Epidemiológica 51 de 2021 a la semana epidemiológica 09 del 2022).
Se han tenido dos periodos inter epidémicos, el primero entre la segunda y tercera “Ola”, que abarcó de la Semana 16 a la Semana 23 de 2021; y el segundo entre la tercera y cuarta “Ola” de la Semana 43 a la semana 50 del 2021.
Debido a la baja en la transmisión del COVID-19, se ha determinado que en la semana 09 del 2022, ha finalizado la cuarta ola, pasando a un periodo inter epidémico a partir de la semana 10 a la actual semana de este reporte.
Aun cuando la cuarta ola se da por concluida, sigue siendo la OMICRÓN la variante predominante en los casos registrados hasta la fecha.