El presidente de México Andrés Manuel López Obrador visitó por cuarta ocasión la Refinería “Francisco I. Madero”, de Pemex, pero el mandatario no responde nada fuera de su zona de confort, se camufla en un mandatario chiquitito y lo único que le sale a la perfección es convertirse otra vez en candidato cuando desde el 2018 dejó de serlo.
Como pocos políticos en el ejercicio del poder Andrés Manuel se deja estar cerca de la gente, se presta para tomarse la fotografía y hasta se da el lujo de autografiar libros, escritos que inflan su ego adquiridos por su eternos aplaudidores; lo vimos con nuestros propios ojos, López Obrador es capaz de romper todos los protocolos de seguridad que envuelven y blindan a un jefe de Estado, sin embargo, parece que se acobarda el presidente.
Correcto, el comandante supremo de las Fuerzas Armadas, así como usted y como yo, es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla; pero, qué más da si ya es un presunto confeso con tanta retórica, con tantas mentiras dichas cada día en sus mañaneras matutinas.
Andrés Manuel López Obrador manifiesta miedo al calderonismo, evita hablar del caso Genaro García Luna, no emite una sola palabra y teme que las investigaciones alcancen a los políticos que robustecen a Morena, ex panistas, ex priistas y genuinos obradoristas de izquierda alcanzados por asuntos de delincuencia organizada y huachicol, por eso AMLO prefiere dejarle de tarea a un simple comunicador la respuesta de una pregunta tan simple ¿después de García Luna quién?, la respuesta, una sutil sonrisa, y luego de insistir, una enorme carcajada.
Respecto a la Ley de Comunicación que promueve la dictadura de la palabra única, el presidente se concreta a decir que no va a pasar nada, no, no, no, no va a pasar nada; hace una pausa y amenaza: “estamos bien y de buenas”… caramba, de buenas, entonces qué puede esperar el pueblo bueno y sabio cuando el emperador se enoje.
En la intimidad… Salieron a trabajar y no han regresado; nadie responde por ellos.
Son siete trabajadores de la construcción que fueron contratados para laborar en una obra en Nuevo Laredo en septiembre de 2022.
A las familias de las víctimas ya les vieron la cara sus raptores y los de cuello blanco. Empezando por Andrés Manuel López Obrador que sólo le pasó la papa caliente a la “Sra. Mentiras”, Rosa Icela Rodríguez, quien por cierto no ha hecho nada; son 7 desaparecidos, previo a la llegada de la Transformación de Tamaulipas, a quien los familiares le solicitan ayuda.
Siete trabajadores por los cuales nadie alzó la voz, sólo sus familiares a quienes en los tres niveles de gobierno les vieron la cara, los engañaron y les dieron atole con el dedo.
Como no son norteamericanos a Cristian David Guajardo González, Sergio Rodrigo de la Rosa Vázquez y José Manuel Urbina Infante, nadie los busca.
Con ellos, han desaparecido los otros ciudadanos: Víctor Alfonso Crespo Cruz, Marco Antonio Sosa Torres; Gerardo Cornejo García y Luis Enrique Salvador Dionisio; su maldición, haber nacido de este lado del río Bravo, eso al parecer les restó valor para que los busquen las autoridades mexicanas.
Por David Ed Castellanos Terán
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